Empatía

Al salir de clase me pasaron dos cosas que quiero compartir: por un lado me llegaron comentarios sobre la dureza de la experiencia que estamos teniendo. Y me aclararon que tal dureza provenía de que aquí no hablamos sólo de conceptos sino que, encima, muchos de ellos los vivimos; por otro, ya en los «ferrocatas», una profesora de la Facultad me comentó un proyecto que, según entendí, está llevando en esta casa y que consiste en realizar la supervisión de un grupo de compañeros vuestros que realizan la observación de bebés, en el contexto de una clase. Son dos experiencias, la vuestra y la que ofrece mi compañera que me parecen muy ricas por que os posibilitan contactar directamente con los conocimientos; pero no tanto desde la teoría, sino desde la propia práctica. Y esto lo enlazo con el comentario que os hacía en clase de hablar desde vuestra propia experiencia y no desde la teoría. Y me explico.

Aquí estamos en una Facultad, en un Centro Universitario. Y en esta casa como en el resto de las Facultades al menos de nuestro país, uno de los objetivos fundamentales es que aprendáis. Y por aprender se entiende, por lo general, la acumulación de un buen número de conceptos, teorías, referencias varias que han sido elaboradas por numerosos autores e investigadores. Y habría que pensar que todas ellas provienen de la práctica profesional e investigadora. Sería así como en el toreo. Uno aprende de las vaquillas con las que juega, lidia y trata de torear. Y de su habilidad combinada con la «técnica» aprendida en las escuelas de tauromaquia, y con la osadía o valentía de ponerse delante de un morlaco, uno consigue lanzarse realmente al ruedo. Ahí sufre cornadas, arañazos y… si sigue bien, consigue un lugar en los carteles taurinos. Y mientras eso sucede, un crítico taurino lo ve, lo sigue, hace comentarios que publica en los periódicos, valora su arte… Pero aquí se abre una brecha entre la tauromaquia y las Facultades. Mientras que el crítico sólo es eso, crítico taurino y es el torero quien despunta, en los otros cosos el crítico es el que salta a la fama; mientras, numerosos toreros, numerosos profesionales de la salud se ciñen sus taleguillas y salen a trabajar, a tratar de entender las problemáticas de los pacientes, a llevárselos (mentalmente) a casa, a tratar de entender lo que a ese hombre, a esa familia o a ese grupo, le está pasando. Y nosotros, miembros de la Facultad, aprendemos de lo que han escrito muchas personas que no torearon; o lo hicieron muy poco. ¿Qué sucedió? Que hemos creído que aprender era una cosa intelectual y no un proceso mental en el que lo afectivo tiene un rol importante. En esta Facultad algunos de nosotros creemos que debéis aprender lo más cerca del toro posible. Por esto os resulta duro.

Y sé de esta dureza. No es fácil compartir con compañeros, como hicisteis hoy alguno de vosotros, experiencias personales propuestas al grupo como para compartir lo que entendíais. ¡Bien! Y no es fácil darse cuenta de que en un contexto como el que hemos formado los intestinos se mueven, que un silencio pesa, que participar es difícil. Lo sé. Y como no es fácil, en la lucha que existe entre hablar desde uno o hablar de forma teórica, muchos tendemos a lo segundo. Y, si os fijáis, hablamos de «el psicólogo debiera…» ¿Qué psicólogo? ¿Hay un psicólogo dando vueltas por la Facultad o…? Hablar en primera persona es la mejor forma con la que podéis aprender en este espacio. Pensad desde vosotros. Lo vais a tener que hacer a lo largo de vuestra vida y muy en especial con los pacientes. Hay que hablar desde uno. Desde lo que uno cree, siente o piensa. Pensad que ya sois psicólogos.

Sigo. Hoy hablasteis mucho. Fijaros cómo hay días que parece que estáis más animados y otros que parece que os frenáis. ¿cómo lo podríamos entender? Porque desde lo que percibo, y si hago el paralelismo con la clínica o con la vida de las organizaciones, es como si con estos vaivenes, ora me acerco, ora me alejo, fueseis midiendo la temperatura del agua de esta piscina nuestra. Como haciendo pequeños ensayos que tratan de ir venciendo la lógica resistencia a meterse sin más miedo en esta agua frías. Y lo hicisteis de la mano de la empatía. Fuisteis aproximándoos a la compleja noción empática. Para ayudaros a disponer de más información ahí van algunas ideas. Son de Coderch, J. (2001), y rezan así:

«De acuerdo con el Glossary, la empatía es una forma de percibir el estado psicológico y las experiencias de otra persona. Es un conocimiento emocional más que una comprensión intelectual» (2001:168)

«la empatía es el resultado óptimo que proviene de un exitoso proceso de identificación y conduce al conocimiento emocional de la experiencia del paciente. Pero debemos comprender, por tanto, que la empatía es un proceso y no una simple identificación» (2001: 168)

«creo que la empatía depende de la identificación proyectiva, la cual es el mecanismo básico de la comunicación humana (E. Torras de Beà, 1986). De acuerdo con esa idea, la reverberación de los objetos internos del terapeuta concordantes con los del paciente es lo que da lugar a la empatía. Creo, por lo tanto, que en todo contacto empático del terapeuta con el paciente ha existido previamente cierto grado de identificación proyectiva por parte de este último» (2001: 169).

Y una más, esta vez de la mano de Ogden, T.H., (1989):

«la empatía es un proceso psicológico (además de una forma de relación con el objeto) que se da dentro del contexto de una dialéctica de ser y no ser el otro. Dentro de este contexto (Winnicott diría «dentro del espacio potencial») se juega con la idea de ser el otro pero sabiendo que no se es» (1989: 176)

Creo que para comenzar tenéis ideas suficientes, muchas de las cuales coinciden con cosas que dijisteis en clase; y esto es lo más importante.

A la mayoría de vosotros os siento cercanos. Siento que estamos en un momento particular de nuestra experiencia lectiva que nos posibilita ir recorriendo el camino de pensar conjuntamente. Cierto que pueden aparecer momentos de tensión, por ejemplo, el anunciado a partir de la valoración de los próximos trabajos. Sé que esto introduce un factor complejo en nuestra relación. Y aunque desearía quitarlo para seguir por la senda por la que caminamos de manera que no haya tropiezos, la realidad es la que tenemos: lo difícil de esta experiencia es que camina entre dos valles, el personal y afectivo, y el académico. Espero, deseo, que ambos se complementen.

Hasta el martes.

Un abrazo

 

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