Dicotomías II

Dr. J.M. Sunyer

 

La lectura de este texto años después de haberlo escrito me aconsejó retocarlo para aligerarlo. Uno constata cómo cuando se escribe algo inmediatamente después de una actividad, la emoción afecta la capacidad de elaborar y poner las ideas de forma inteligible. Ahora, años después, creo que puedo decir lo mismo, pero más claro.

Tras el trabajo desarrollado en grupos pequeños, pasamos a la situación de grupo grande.

Fue difícil el inicio. Nos habíamos distribuido de forma muy curiosa, extremadamente alejados los unos de los otros, de forma que se hacía prácticamente imposible el oírnos. Además, la distribución espacial configuraba el grupo de forma muy rara. Esto me sirvió para hacer un comentario respecto lo organizativo.

Os decía algo así como que «cuando en una organización, aparecen miembros alejados y desconectados de la relación y de la comunicación, estas personas acaban siendo las portavoces del malestar grupal». Afirmación que no proviene de los libros, sino de la práctica. Cuando en una empresa o en una familia una parte de sus miembros queda fuera de las vías de comunicación, éstos acaban siendo los portavoces del malestar del grupo.

De ahí les pregunté si, como psicólogos, preguntarían a una familia cómo se distribuyen en la mesa del comedor. También lo podríamos ampliar en «dónde comen», y un sinfín más de cuestiones que describen bien cómo es la vida del grupo en su hogar. La distribución espacial es una de las vías de comunicación no verbal que utilizamos para decirnos cosas. Nuestro problema es entender lo que se esta diciendo. Es decir, los psicólogos, los orientadores, debemos estar atentos a todos los elementos que puedan suministrarnos información sobre los seres humanos, sus relaciones y los significados que estas cosas sostienen.

Por ejemplo, cuando acuden a una empresa, lo primero que ven es cómo es el edificio, dónde está ubicado, cuál es su grado de conservación, cómo es la entrada… y todo ello les informa de cosas. Ello aporta un grado de información que se transmite a través de los elementos perceptivos, y actúa en su buena o mala predisposición. Es lo mismo que la ropa que usamos. Evidentemente, si voy a entrevistarme con el director de una Empresa no me presentaré con pantalones cortos y sandalias. ¿Cuestión de imagen? Y de respeto y cuidado al otro. Y un mensaje que le transmito y que él capta. Y si trabajo con adolescentes o con chavales no iré vestido de etiqueta. Por respeto y cuidado.

Al poco, entramos en materia. El grupo iba progresando despacio. El ruido del aire acondicionado seguía dificultando nuestra comunicación. Pensé en cómo muchas veces, en nuestra mente también aparecen «ruidos», pensamientos que paralizan el normal desarrollo de nuestro pensamiento. Sucede muchas veces. Cuando hay angustia, cuando las obsesiones se nos hacen presentes y, de forma mucho más evidente, en trastornos psicóticos. También pensé en las organizaciones. En cómo la rumorología es una forma de ruido secundario que altera el normal intercambio de la información dentro de una empresa. Pensé muchas cosas.

Y mientras, el grupo andaba con cautela, con silencios que muchos, aprovechando el sonido del aire acondicionado, rompían hablando con el de al lado.

En un momento empezó una corriente de pensamiento que nos organizaba. Como en los grupos pequeños habíamos hablado de las dicotomías, en el grande también. Pero, curiosamente, se reproducía el mismo debate dicotómico: unos se colocaban en una posición en tanto que otros, en la opuesta. Esa polarización, nos polarizaba. Y era utilizada para, manteniendo esta especie de juego de ping-pong, ir pasando el tiempo y evitar que la corriente de pensamiento transcurriese por más mentes y creara algo. Pensé en el texto que habíamos leído. Dicotomías.

¿Recuerdan la noción de «contaminación del objeto de estudio» de la que hablamos un día? Hoy hemos podido observar claramente este fenómeno. Que, por cierto, es universal y aparece en cualquier tipo de situación en la que hay un objeto intermediario que liga y mantiene unidos a las personas en torno a un objetivo. Y me explico.

Teníamos un texto extenso, largo, en el que se hablaba de una serie de «dicotomías» en el terreno de la salud. Y a lo largo de la primera parte de la sesión les fui diciendo que era importante no verlo como dicotomía sino como una Gestalt: figura / fondo, una relación dinámica en la que un aspecto sobresale respecto el otro. Una forma de rememorar a Lewin.

La contaminación, les dije en una ocasión, es el fenómeno por el que las personas «actuamos» aspectos del texto o situación que trabajamos. Esto sucede no sólo con los textos, sino con el material de trabajo. Por ejemplo, las personas que trabajan con la drogadicción acaban reproduciendo, como colectivo, muchos de los comportamientos de la población que tratan. Y lo mismo sucede con otras patologías. Y en las instituciones productivas. ¿Por qué? ¿Cómo explicarlo? Es como si, por la identificación con elementos parciales (o incluso totales) que aparecen en el texto o situación, uno se viese como compelido a actuarlos. Es un mecanismo derivado de la identificación. Que es complejo, y en el que intervienen una serie de mecanismos mentales que posibilitan el desarrollo y, en otras ocasiones, lo detienen. Como cuando los niños imitamos a nuestros padres.

Siguiendo con esta idea, se reprodujo la idea dicotómica que venía expresada en el texto. Pero esa idea es justo la contraria de la propuesta que les hacía. Es decir, les sugerí que no lo viésemos como elementos dicotómicos, sino como una relación dinámica entre figura y fondo. ¿Qué pudo pasar para que en lugar de avanzar hacia una posición dialéctica entre dos opuestos nos quedásemos atrapados en posicionamientos dicotómicos? Parece como si el abandono de una posición —medicación vs psicoterapia, enfermedad vs salud— se deñara algo de la identidad de uno colocada en aquel punto.

No sabría qué decirles otra cosa. Sí sabemos que nos resultaba difícil salir de la situación: a pesar de los intentos de muchos de Uds., en abrir el espacio mental del grupo, el grupo parecía quedarse atrapado en la posición dicotómica. Es decir, a pesar de las voluntades individuales de todos, no conseguíamos salir de la situación. Si esto lo trasladamos a los grupos familiares o a los sociales… ¿no les suena conocido?

Cambiando de tema. Creo que la experiencia que estamos teniendo es muy importante. El grupo grande tiene la ventaja de aumentar, como si de una lupa se tratase, los fenómenos mentales individuales. Si quisiésemos estudiar bien la psicopatología deberíamos ubicarnos en contextos de este tipo. ¿Por qué? El grupo es como una mente ampliada. Como si ante nosotros, en lugar de un grupo de personas, lo que viésemos fuese la mente de una persona. Una estructura formada, no sólo por millones de neuronas, sino por un entramado de afectos, sentimientos, ideas y pensamientos, fantasmas y temores descomunal personificados en cada individuo de ese grupo.

Cuando alguien acude a nuestra ayuda viene con un complicado mundo de pensamientos e ideas que le impiden pensar. Que le impiden encontrar soluciones prácticas a situaciones complejas ya que la complejidad de pensamientos, sentimientos, temores etc., es tan grande que no pueden resolver por sí solos. En muchas ocasiones, los pensamientos se nos hacen presentes de forma dicotómica. O esto o aquello. O voy o vengo. O hago o no hago. O yo o mi familia. Y así un largo etcétera. Y se encontrarán con que, a pesar de su deseo de resolver el conflicto, al menos de forma puntual, no pueden. Atrapados como están por la misma situación en la que nos encontrábamos nosotros. Sin desearlo. Sin pretender nada más que aclararnos.

Les voy a poner un ejemplo. Uds. saben, que el pensamiento es una corriente de ideas y afectos que se enlazan a partir de asociaciones que, a su vez, organizan nuevas ideas y afectos. Todo este material fluye permanentemente en nuestra mente, tanto si estamos despiertos como si dormimos. Sin embargo, ejercemos una función selectiva por la que escogemos unas y no otras cuando queremos transmitir algo a otra persona de forma coherente. Para dicha función selectiva, debemos realizar un proceso doble: de selección y censura; ya que, de no hacerlo, las asociaciones aflorarían con toda naturalidad y la comunicación se tornaría poco menos que imposible. Cuando más exigente es la función selectiva y mayor la censura, el discurso que aparece resulta más compacto, coherente e inteligible. Ahora bien, un exceso de censura puede hacer que el discurso quede descafeinado al haber quedado eliminados todos aquellos aspectos que la censura tolera. Gracias a esa tolerancia, nuestro hablar tiene modulaciones, cambios de ritmo y oros elementos que le prestan color, esto es, afectos.

En el pensamiento podemos distinguir, al menos dos componentes: el flujo y el contenido (hay otros dos más, pero en este momento no los menciono expresamente). El primero nos muestra si las cadenas asociativas van encadenándose con una cierta agilidad o no. Pero en algunos casos este flujo queda interrumpido alterado. Piensen en lo que representa una fobia o una obsesión a nivel de pensamiento.

Miren lo que me dice un paciente:

«Mire, es que a mí lo que me pasa es que no sé cómo hacer para que el día me cunda (ve, es que no le puedo mirar porque si le miro me siento como si fuese homosexual); bueno, es que cuando me levanto (¡Vaya, es que no puedo mirarle! La idea de que soy homosexual me asalta, no la puedo parar). En fin, la verdad es que me levanto y me voy al espejo (¡No me mire! ¿o es que Ud., también es homosexual?) Vaya lo siento. Ya comprenderá que son cosas que me pasan, por esto tomo la medicación y me dijeron que viniese a verle (¡estas pestañas!, es que se me nubla la vista y no puedo parpadear porque al hacerlo las pestañas me tapan la visión) Porque le decía que se me nubla la vista, bueno, por las mañanas, cuando voy al espejo (¡Buf! Es que no puedo. No puedo. Le voy a mirar y siento que la homosexualidad la tengo desarrollada, ¿Ud. cree que soy homosexual? El otro día me fui de putas… quería saber si era homosexual o no, pero ¡Ah! ¡Ahora son las pestañas que me nublan la vista!  No sé si depilármelas. Ud. ¿Qué me aconseja?»

En estos casos, el pensamiento queda como atrapado en algunos núcleos que reclaman permanentemente la atención y, en algunos casos, pueden paralizar el flujo del pensamiento al organizarse dicotomías inamovibles. Y a pesar de los deseos del individuo por apartar de su mente aquella idea o pensamiento, éste cobra tal fuerza que parece disponer de un poder que escapa del control de la persona que lo sufre: él contra sí mismo. Y por esto su angustia y su solicitud de ayuda.

Un saludo.

 

  1. *Tourette –Turgis, C. (1996): Introduction au counseling. En C.Tourette –Turgis. (1996): Le Counseling P.U.F. (nº. 3133).
    2. *Tourette –Turgis, C. (1996): Foundements du counseling. En C. Tourette –Turgis. (1996): Le Counseling P.U.F. (nº. 3133).
    3. Obers, U; Sunyer, J.M. Orientación Psicológica: ¿Sólo una psicoterapia “light”?
  2. S. Una idea que quizás deberíamos modificar: no es más científico el pensamiento de los físicos que el nuestro. Parece que estamos empañados en creernos “menos científicos” que el resto de los demás. Rotundo no. Conviene apartar este complejo de ser menos que otros.

 

 

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.