Resumen. Son unas líneas de despedida. Agradeceros todo lo que nos habéis enseñado

Último día

 

Fue una muy bonita experiencia. Y posiblemente más rica de lo que a primera vista podemos percibir; al menos para mí. Creo que aún diciéndolo con la boca pequeña puedo decir que es la primera experiencia emocional en el contexto de la UB; y por supuesto en el terreno de eso que llamáis “espais familiars”. Y eso es mérito no sólo vuestro sino de quienes han organizado el curso y de la persona que por aquellas casualidades de la vida me conoció en un cursillo de la Diputación de Barcelona y me propuso esta colaboración. Y mérito, por supuesto, del conjunto de personas que lo aceptaron. Desgraciadamente la Universidad en general no está por la tarea de recuperar los elementos emocionales e introducirlos en los planes de estudio.

 

Es una pena porque de forma progresiva se va poniendo el acento en lo supuestamente valorable y evaluable y se abandona lo que es genuino del ser humano: sus emociones y lo que hace con ellas. Fijaros cómo el hombre desde hace al menos 500000 añitos va progresando en una dirección que le lleva a alejarse de esa cosa molesta llamada emoción, sentimiento. Y voy a ser un poco bestia: si hace esos miles de añitos alguien quería matar a alguien (ya os decía que iba a ser bestia) lo mataba con sus propias manos. Tras esos miles de años, sólo apretamos un botón. La diferencia es que el primero sentía que realmente él había sido el responsable de sesgarle la vida al otro congénere y ahora podemos racionalizarlo de forma que podemos no tener esa sensación. Pues bien, disculpándome por lo que he dicho o por el cómo lo dije, fijaros que ese proceso de alejamiento progresivo lo vamos perfeccionando. Ahora a los ancianos les llevamos a centros en los que van a poder ser atendidos porque en casa no podemos hacerlo. Aduciremos, con toda la legitimidad, que están mejor atendidos ya que hay personal, hay medios, hay… pero olvidamos lo que no hay: sus seres queridos. Y no hay una situación social que posibilite mantener los elementos humanos de nuestra propia especie. Y cierto que insistiremos que la cuestión económica, la necesidad de realización profesional… ya, es cierto; y esto es un serio problema, pero a la postre ahí quedan solos.

 

Algo parecido ocurre con los chavalines, con nuestros cachorros. Nos agobia el contacto con ellos, no tenemos tiempo porque prima la cuestión económica (creo que eso es un problema de la humanidad a lo largo de esos 500000 años de los que he hablado), hemos modificado el centro de interés colocándolo en eso que llamamos “realización personal” y que otros llaman “debo hacer mi vida”. Y ante estas situaciones dolorosísimas muchos habéis optado por crear espacios en los que pueda haber un reencuentro entre esos cachorros y sus madres; y en ocasiones, sus padres. Espacios que a la postre tienen más de multifamiliaridad que de familiares porque son lugares en los que varias familias se encuentran; a no ser que la idea de familiar vaya por otro lado: la de lugares cómodos, cercanos, familiares.

 

Esto es complejo porque por un lado hay que aplaudir estas iniciativas, iniciativas en las que también hay que valorar la evolución (o involución) social que empuja a establecer un alejamiento de las relaciones familiares. Y si bien no podemos caer en el romanticismo (barato) de creer que hace cien o doscientos años había una familia ideal (que no), o mitificar las relaciones que se dan en otras culturas, tampoco podemos cruzarnos de brazos y aceptar lo que esa corriente de comodidades y egoísmos pretende: el alejar al humano de su propia humanidad. Dramático.

 

Pero hemos visto que esa idea no es fácil trasladarla. Me ha costado un curso académico entender de qué va ese espacio; y si a mí me ha costado… ¿será lo que sucede en el terreno social? Posiblemente. Y eso es lo que hemos ido haciendo durante este año: irnos clarificando, irnos aclarando en la idea, en el diseño de la propuesta, en lo que queremos que sea eso. Y esto nos ha costado un esfuerzo que finalmente ha tenido su premio: creo que todos los que hemos participado del curso (al menos los que conozco) hemos podido entender qué es lo que queréis hacer, a dónde queréis ir, con qué contáis, cuáles son las dificultades y las trabas, qué es lo que no queréis ser, etc. Este ha sido el premio final.

 

Habéis sido la primera promoción de este curso y, a mi modesto entender, habéis colocado el listón alto: en esta experiencia grupal que hemos tenido hemos sido capaces de elaborar una idea de espais familiars que os es propia. Ha nacido de vosotros, se ha desarrollado a partir de las experiencias confusas, disruptoras, fragmentadas en algunos casos, pero que eran vuestras, no impuestas desde algún lugar, no surgidas desde un despacho sino de la práctica diaria. Y habéis sido capaces de hacerlo de forma que todos, creo yo (y conmigo Francesca), os habéis sentido cómodos. Y así debería ser un espacio familiar. Es familiar porque surge y nace cada día de las necesidades de los que ahí acuden.

 

Cierto que desde el posicionamiento teórico personal, desde el grupoanálisis, lo que he aprendido, lo que Francesca y yo hemos aprendido, es que las cosas nacen y se desarrollan a partir de las interrelaciones que se dan entre los humanos. Pero relaciones en las que prima lo humano, no lo económico o lo racional. Lo personal, lo cotidiano, lo que constituye el chup chup del bullir de la olla en el fuego. Si en vuestro recorrido posterior vais (o vamos) manteniendo la filosofía de crear conjuntamente a partir de las relaciones entre personas (no estructuras, no intereses político económicos, no superectructuras deshumanizantes), seguro que aquello que creéis va a tener repercusiones en la salud de las madres (fundamentalmente) que son las que desde hace esos 500000 mil años vienen sosteniendo eso llamado humanidad. Y eso es ya unprivilegio.

 

Desde Francesca y mi mismo, muchas gracias.

 

Texto sujeto a los derechos de autor. Y forman parte del material teórico.