27)¿CÓMO SE LE LLAMA AL PROFESIONAL QUE CONDUCE AL GRUPO?

27) De acuerdo. Ahora se me ocurre una pregunta: el profesional que lleva el grupo, ¿cómo se llama? Porque he oído quien se llama psicoterapeuta, otros conductores, o también líderes o convocantes del grupo…

 

Como en todas las cosas, depende de la posición teórica desde la que se trabaje, y el calificativo que se escoja aporta mucha información sobre ese aspecto del profesional. Habitualmente se denomina terapeuta de grupo, que es como amplio y aséptico; pero el término “psicoterapeuta del grupo” es el que se suele emplear con una mayor propiedad. Sin embargo, desde la posición grupoanalítica se opta por denominarlo “conductor” porque la idea no es tanto la de que es quien ayuda al grupo (terapeuta), sino el que trabaja para sacar el máximo provecho de las posibilidades de sus miembros y del grupo como globalidad en el contexto en el que se encuentran, al tiempo que favorece y estimula el análisis del individuo dentro del contexto grupal.

 

La cuestión de cómo denominamos al responsable del grupo no es baladí ya que entronca con el referente desde el que trabajamos. De entrada vemos que la palabra “terapeuta” es usada por muchos, sino por la mayoría, de los profesionales de la psicoterapia de grupo (Salvendy, J. (1996), Weiner, M. F. (1996), Tuttman, S., (1996), Rosentahal, L., (1996)). Esta denominación también aparece en Slavson (1976) si bien también lo denomina psicoterapeuta: Los psicoterapeutas de grupo, especialmente los que trabajan con grupos analíticos, necesitan tener una amplia experiencia en psicoterapia individual y deben poseer una comprensión cabal de los procesos emocionales. (:78). Es decir, hay una cierta intercambiabilidad del término que, proviniendo de la idea de acompañamiento, se dirige hacia su componente o faceta psíquica.

 

La misma denominación de terapeuta aparece en el texto de Moreno (1959), y en muchos otros. Y entre nosotros la utiliza, por ejemplo, Valiente (1987). En realidad tal denominación parece ser la que deriva de forma natural de la situación individual. De hecho, y con la salvedad de Moreno, el resto de los autores mencionados provienen de una importante experiencia de trabajo individual. Parece claro que la idea central, la de terapeuta, la del que ayuda, es la que se utiliza de forma más extensiva e intercambiable.

 

Desde la propuesta de Wolf y Schwartz, combinan la idea de terapeuta con la de analista preguntándose no obstante si ¿debe ser un analista? ¿Un dramaturgo psicológico? ¿Un mecánico de grupos? ¿Un maestro? ¿Un líder en discusiones? ¿Un conductor? ¿Un director de orquesta? (1967: XVI) Por otro lado, Bion no define si es una cosa u otra. Quizás se deba a que no se consideraba a sí mismo como terapeuta de grupo, y posiblemente estaba más preocupado por el desarrollo de aspectos teóricos que por la propia actividad asistencial; sin desmerecerla, claro. En cualquier caso, en el término o términos (terapeuta o psicoterapeuta) hay implícita una intencionalidad en trabajar aquellos aspectos de la dinámica interpersonal e intrapersonal en el contexto de un grupo. Desde estas perspectivas el trabajo analítico recae fundamentalmente en la actividad del profesional.

 

Desde otra posición podemos ver cómo en el texto de Foulkes y Anthony (1964), aparece indistintamente la idea de Terapeuta, Psicoterapeuta, Analista del grupo, y la de líder. Algo similar sucede en otros escritos de Foulkes, sin embargo se suele centrar más en la palabra psicoterapeuta y conductor; e incluso la palabra “assistant conductor” para designar al co-terapeuta. (Foulkes, 1964) Y de forma explícita, señala en la psicoterapia de grupo grupoanalítica es preferible denominar al terapeuta conductor que líder, porque no tiene la función de liderarlo, sino que solo es una de sus múltiples funciones. Hay además una cierta alusión al director de una orquesta, pudiéndose comparar de muchas maneras sus roles, si bien este aspecto tiene una importancia secundaria y cuanto menos accidental[1] (1964:285). En efecto, desde la perspectiva grupoanalítica, la idea de Conductor es la que parece ajustarse mucho más a la tarea que estamos describiendo, básicamente porque no es tanto la de ser el analista del grupo o de sus miembros, o únicamente el que los ayuda, sin que esto quede excluido, sino que su función primordial es la de trabajar para que el grupo pueda ir asumiendo y desarrollando la tarea de analizar lo que les sucede no sólo como colectivo sino como individuos insertos en la matriz grupal que ellos mismos han desarrollado y en la que también se encuentra el profesional.

 

Como vamos viendo el tema del nombre que le demos a la persona responsable del grupo, no es superfluo. Ya te he explicado anteriormente la procedencia del término terapeuta. La idea de conductor al parecer proviene de T.W. Adorno, un líder teórico social cuyo último trabajo sobre el prejuicio y la personalidad autoritaria le colocó en un lugar preeminente en la psicología social. El interés de Adorno en la superestructura cultural del Marxismo, le llevaron a investigar los aspectos estéticos y las funciones sociales de la música y las relaciones existentes entre el el director de orquesta y el conjunto de sus músicos[2]. (Behr, H., y Hearst, L., 2005:7). De ahí pasa al grupoanálisis al entender la fluctuante localización de la autoridad entre músicos y director de orquesta (Behr, H., y Hearst, L., 2005). Lo que sucede, lógico hasta cierto punto, es que la traducción del término al castellano induce a error. El término original es inglés, Conductor, cuyo significado en la lengua de His Majesty no solo es la de “director de orquesta”, sino la de “conductor de un autobús” o incluso cobrador del mismo, por ejemplo. Y ¿qué querían significar con ella? En realidad, poco sé de música, pero el Director de orquesta, si bien no toca ningún instrumento (en principio, claro), interpreta la partitura de una forma personal y trabaja para que los músicos saquen lo mejor de sí mismos para conseguir exactamente el sonido que se desea crear; pero en esa creación también participan los propios músicos que con sus aportaciones acaban de redondear la propuesta de su director.

 

Pues bien, sería algo similar en nuestro terreno. Nosotros, los profesionales de la salud mental, tenemos una idea personal de lo que es esa “partitura” llamada grupo. Idea que proviene no sólo de nuestra formación profesional sino también de nuestra propia historia. Dice Portuondo, pueden ser dirigidos por médicos psiquiatras, psicólogos clínicos, psicólogos en general, pedagogos especializados en psicología, pedagogos en general, sociólogos, filósofos, asistentes sociales, maestros, sacerdotes, enfermeros especializados, etc., siempre que dicho personal esté previa y debidamente entrenado (no menos de dos años), tanto en el aspecto práctico como en el teórico de las distintas hipótesis y técnicas de grupo. Lo fundamental es resolver el problema emocional de la sociedad y para ello se necesitan cada vez más terapeutas de grupo (…) La base teórica de los terapeutas de grupo pudiera dividirse en tres tendencias: los psicoanalistas ortodoxos, psicoanalistas no ortodoxos y no psicoanalistas. El de los psicoanalistas no ortodoxos parece ser el más crecido y prometedor. (Portuondo, J. L., 1972: 13); formación profesional que considero muy necesaria.

 

A mi modo de ver, sabemos (o debiéramos saber, claro) qué música queremos conseguir de los pacientes y con los pacientes que tenemos a nuestro cargo. Algo sabemos, también, de las características de cada miembro del grupo. Pues bien, nuestra tarea, en tanto que conductores, es precisamente trabajar para conseguir del grupo y de sus componentes, el mejor sonido, el mejor desarrollo grupal que redundará en el mejor redesarrollo de sus miembros. Comprenderás ahora porqué este nombre, el de conductor, no es un tema banal. Y nos lleva a considerar claramente desde qué punto de vista o mejor, qué idea tiene el conductor, terapeuta…, del grupo, del individuo, de lo que entendemos por patología…

 

Es interesante la experiencia personal en este punto. En un principio me gustaba referirme a mi mismo como terapeuta o incluso como psicoterapeuta, como si tal “título” me reafirmara en una determinada posición. Incluso recuerdo grandes debates en los cursos de formación porque habitualmente nos llamábamos así; hasta que con el tiempo, posiblemente por el hecho de ir pudiendo entender nuestra función desde otro ángulo, comencé y comenzamos, a llamarnos conductores. Ahí, la idea de conductor incluye la de psicoterapeuta o psicoanalista, sólo que ubicada no en la figura de quien conduce sino en quien la traslada al propio grupo.

 

[1] Traducción del autor.

[2] Traducción del autor.