Resumen. En este escrito abordo tres cosas que creo básicas ante el diseño de un manual: la definición de grupo, la clarificación del nombre que le ponemos a quien lo convoca y conduce, y las cuatro formas de ver a lo grupal.

Palabras clave:  Grupo, definición, conductor, líder, paciente, usuario, coagente de tratamiento, coadyuvante del tratamiento, agente del tratamiento.

Preámbulo

 

Voy a tratar de sistematizarme un pelín y, abandonando un poco mi tendencia habitual de escribir a partir de la experiencia lectiva que considero siempre muy rica, trataré de organizar algunos de los conocimientos de los que dispongo y que guardan relación con lo grupal. No sé si de ahí saldrá algo semejante a un “Manual conciso de intervención grupal” pero con vuestra colaboración voy a intentarlo. Muchas de estas líneas ya han aparecido en otros escritos anteriores, aunque soy consciente de que siempre aparece algo nuevo producto de eso que solemos llamar experiencia o formación continua.

Definición de grupo

 

Parece que es la primera cosa que tenemos que abordar. En uno de los primeros textos que aparecen en esta web digo que no tengo una definición estática ya que es a lo largo de la experiencia no sólo profesional sino también vital cómo las personas vamos organizando nuestros conceptos. Y para quien tuviera la paciencia de cotejar mis diferentes escritos, sería una buena tarea confrontar las variaciones de mi pensamiento a lo largo de todos estos años.

 

Uno de los recursos es el diccionario y, por aquello de la cercanía afectiva, podemos acudir al de la lengua catalana que dice grup és un conjunt de persones o cosas formant com una unitat dins d’un conjunt més nombrós o complicat, pel fet d’estar més juntes, més intimament unides, tenir certes semblances, una característica comuna. Carámba, ¡no se lo han trabajado poco! Pero la mayoría de los diccionarios andan por el estilo. Pero fijaros que esa características de “formant com una unitat”, parece aludir a que esa unidad perceptiva no lo es tanto, ¿verdad? Es decir formando como una unidad conlleva que esa unidad es algo aparente, no real. Para no andar a la zaga otros le dan más vueltas conjunto de personas que dentro de un marco de coordenadas espacio-temporales, cooperan unas con otras y, por consiguiente, se hallan mediata e inmediatamente en activa relación o comunicación mutua… No sigo, porque se sigue alargando. Otros (Anzieu, 1978) lo simplifican al máximo Grupo es una comunidad, y por alargarlo un poco dice un poco más adelante, el grupo es la puesta en común de las imágenes interiores y de las angustias de los participantes (1978:31). La verdad o la realidad me parece que se acerca más a lo que Nitsun (1996) señala el grupo permanece siendo uno de los más misteriosos, elusivos y controvertidos conceptos psicológicos… Comprenderéis que a estas alturas no me atreva a decir qué es realmente un grupo.

 

Si tomamos lo que en la sesión de hoy habéis escrito, aparecen las siguientes definiciones:

 

Un conjunt de persones que es reuneixen en un omento donat per a fer alguna cosa amb un objectiu comúun col·lectiu de persones amb algun objectiu comú; Tema común, preferencias comunes; Individualidad que se aporta para conseguir objetivo común (personalidad, idiosincrasia); Conjunt de persones amb nexes comuns; Conjunto de personas que interactúan y realizan acciones en consenso; Conjunt de persones unides per un tema en comú; Conjunto de personas que se mantienen unidas por algún elemento común; Conjunto de personas con características similares o con objetivos comunes, Conjunt de persones amb un interés, perfil… comú; Un grupo es un conjunto de individuos con afinidades comunes; Conjunt de persones amb les mateixes necessitats i objectius a assolirConjunto de personas que se reúnen periódicamente o puntualmente con un objetivo común; És un conjunt de persones que tenen un interés comú i que pretenen satisfer-lo mitjançant la col·laboració de tots.

 

Podríamos detenernos un poco para analizar estas ideas aunque quizás esto lo podríamos hacer el próximo día. Por mi parte os diré lo que creo que es un grupo: “extracto social de individuos que se organiza de forma espontánea o por convocatoria de alguien para alcanzar un objetivo compartible mediante la colaboración y participación de todos los que lo constituyen; este trabajo exige un alto grado de mutualidad”. Ahora bien, lo importante no es tanto una definición acertada de ese objeto de estudio que nos reúne en este curso cuanto lo que es para cada uno de nosotros. Y ello por una razón: en base a la forma que tengamos de entender o de pensar el grupo condicionará la manera de trabajar en él. Es algo parecido a otros muchos conceptos de las cosas. Por ejemplo, cada uno tiene una idea de lo que es una pareja, una familia, un… y de esa idea depende parte de cómo me posiciono en el momento de formar una pareja, una familia o lo que sea.

 

Dado que estamos en un espacio para profesionales creo que debo añadir algo: evidentemente cada una de las personas a las que vais a convocar para crear ese grupo que queréis, tiene también una idea de lo que es un grupo. Posiblemente no lo definan, no encuentren palabras para expresar esa idea. Y evidentemente de su concepción de lo grupal dependerá la forma como se van a situar en el grupo. Pero en el terreno profesional lo que más importa es lo que nosotros creemos que es un grupo ya que de esta idea, de esta premisa dependerá lo que vamos a hacer con ese grupo del que vamos a ser sus conductores.

El conductor del grupo

 

Posiblemente no es vital pensar cómo llamamos a la persona que es responsable del grupo, de su funcionamiento, de sus aspectos administrativos, etc., pero al igual que sucede con la conceptualización del grupo la forma cómo nos consideramos en nuestra función ante los demás también pasa por el término que escogemos.

 

Por una errónea traducción de la palabra inglesa conductor, pero con acertada intencionalidad, creo que la manera más ajustada de definir nuestra función es la de Conductor. En inglés la idea de ser el “director de la orquesta grupal” tiene connotaciones particulares que creo podemos rescatar sin que debamos poner la palabra director del grupo en nuestra función. En nuestro idioma, catalán, español, la idea de director tiene unas connotaciones posiblemente más autoritarias que las que puede tener la palabra inglesa. Pare ellos, la idea de director de orquesta aplicada a lo grupal conlleva la función estimuladora que tiene como objetivo conseguir que cada instrumento, cada miembro de la orquesta, aporte lo mejor de sus capacidades para el bien del conjunto.

 

El diccionario de la lengua española señala las siguientes acepciones:

 

1. tr. Llevar, transportar de una parte a otra. 2. tr. Guiar o dirigir hacia un lugar. 3. tr. Guiar o dirigir a un objetivo o a una situación. U. t. c. intr. 4. tr. Guiar o dirigir un negocio o la actuación de una colectividad. 5. tr. Esp. Guiar un vehículo automóvil. 6. tr. desus. Ajustar, concertar por precio o salario. 7. intr. desus. Convenir, ser a propósito para algún fin. 8. prnl. Manejarse, portarse, comportarse, proceder de una u otra manera, bien o mal.

 

De entre ellas, la segunda, tercera y cuarta parece que se ajustan a esa idea. Es decir, somos conductores del grupo porque nuestra función es guiar a las personas que lo constituyen hacia un fin, un objetivo que es por el que hemos convocado a una serie de personas. Pero…

 

Cierto que existen otras alternativas a ese nombre: los directores del grupo, sus coordinadores, los responsables del mismo, incluso la idea de los terapeutas del grupo. Y en realidad cada una de ellas tiene una cierta razón de ser. Dirigimos el grupo en tanto que asumimos una serie de responsabilidades de tipo administrativo, por ejemplo; y coordinamos las diversas aportaciones con el fin de ir creando un pensamiento compartido. Y somos sus responsables ya que en esta tarea profesional la responsabilidad que proviene del acto profesional es nuestra. Y la de terapeuta también porque si la idea se asocia a la de ayuda (la palabra griega así lo indica), el responsable, director, coordinador en realidad lo que hacen es ayudar, acompañar en el desarrollo o en la recuperación a alguien que lo precisa. Pero…

 

Sí, las dos adversativas… Mirad, el problema es una palabrita que he incorporado a mi conceptualización: mutualidad. El trabajo en un grupo desde la concepción en la que me sitúo, la grupoanalítica, no es solo el trabajo que realizan las personas convocadas por el conductor dirigidas u orientadas por él, no; es algo más. Exige ir desarrollando una concepción del ser humano en la que la idea de mutualidad esté presente. Eso significaría que el conductor es una parte importante en activar ese aspecto de nuestra realidad: todos somos seres interconectados, interrelacionados, y todas y cada una de las cosas que nos sucede atañe a los demás en medida del grado de vinculación que existe.

 

Y ya que estamos… ¿cómo llamamos a los que acuden a este grupo? Entiendo que aquí hay una diferencia de criterios importantes. Como psicólogo no puedo pensar más que desde el sufrimiento que presentan estas personas, por más que la cara visible del mismo sea de índole aparentemente menos psicológica y más social. Sé que la mayoría utilizáis el término Usuario, pero… ¿Miramos lo que dice la Real Academia de la Lengua? Término que proviene del latín usuarĭus, y que tiene estas acepciones: 1. adj. Que usa ordinariamente algo. U. t. c. s. 2. adj. Der. Dicho de una persona: Que tiene derecho de usar de una cosa ajena con cierta limitación. U. m. c. s.

 

Me cuesta pensar (más allá de la metáfora) que el paciente viene a usar de los servicios o de vuestra profesionalidad. Tengo la sensación de que si empleamos esa palabra en ella se desliza un componente que os daña y le coloca en posición muy confusa a quien realmente tiene un grado de sufrimiento elevado. Confusa porque no puede pensar que lo que le pasa conlleva sufrimiento que, a su vez, le incapacita para poder pensar de forma mínimamente creativa y encontrar recursos por su propia iniciativa. Y le lleva a considerar que en realidad sufre una situación de injusticia ya que “el mundo es injusto con él”, situación que ese mundo debe resolverle y, en consecuencia, va a los servicios sociales para resarcirse de esta situación. Lo que creo que no es realmente así.

 

Entiendo que por otro lado la apropiación de la palabra paciente por los servicios sanitarios parece no permitir que otros consideremos como pacientes a aquellas personas que por diversas razones su sufrimiento se expresa, además, mediante situaciones familiares, sociales, laborales, económicas, etc., que tapan, nublan la realidad de cada persona y grupo familiar. Quizás habría que pensar en qué otro término podría recoger el sufrimiento expresado de esta forma sin caer en la mercantilización de la palabra cliente ni en la posición instrumental que proviene de la idea de usuario.

Cuatro formas de abordar el trabajo grupal

 

De forma clásica se diferencian tres formas de trabajar cuando nos encontramos en un grupo y creo que las tres pasan también por la consideración del grupo no ya como concepto, cosa que hemos abordado al inicio de este escrito, sino como instrumento terapéutico. Esta clasificación que la he descrito de forma similar respecto a otros aspectos de la relación, plantea el grupo desde cuatro ángulos:

 

A) El grupo como algo prácticamente inexistente. Desde esta posición no se considera en absoluto que el ser humano sea un animal grupal y que le debe al grupo todo lo que es. Por esta razón los profesionales que parten de esta concepción ni se les pasa por la cabeza la posibilidad de trabajar en grupo.

 

B) El grupo como coadyuvante del trabajo individual. Esta visión considera el grupo como mal menor. No lo desprecia porque al menos ya lo tiene como algo que le ayuda, pero tampoco lo aprecia. Sencillamente está. Creo que esta forma de pensamiento nos lleva a trabajar centrándonos más en las personas individuales que están en el grupo y creer que los demás de alguna forma contribuyen a la tarea del conductor del grupo. Las figuras centrales son el conductor y el paciente. Los demás están como de comparsas, coadyuvan a la tarea asistencial o de ayuda.

 

C) El grupo como coagente del trabajo individual. Aquí la consideración del grupo ha aumentado y ya se le ve como algo en el que me sostengo para realizar mi tarea. El grupo es un coagente, es decir, un agente paralelo a mi labor terapéutica. Creo que desde esta perspectiva veo al grupo como una entidad que me va a ayudar a que los miembros que lo componen vayan pudiendo realizar avances, progresos. El foco se centra en mí como conductor y en el grupo como ese elemento auxiliar que con mi contribución va a posibilitar el desarrollo de los miembros que lo componen.

 

D) El grupo como agente del trabajo individual. Aquí el grupo cobra, desde mi perspectiva, toda la importancia. El grupo es quien realiza la tarea asistencial, el grupo es quien dice, habla, opina, siente y sus componentes, entre los que me encuentro, nos beneficiamos de la labor que los demás hacen sobre nosotros y al tiempo somos los responsables de esa propia labor. Aquí el foco se centra en el grupo. Y el conductor es la cabeza pensante que facilita, activa, incide, subraya o calla a partir de la propia actividad de los demás miembros del grupo. Está al servicio del grupo y no al revés.

 

Esta clasificación requiere un pequeño retoque ya que en los cuatro casos no consideramos otro factor fundamental en el grupo: las capacidades que tienen sus componentes para poder pensar, mentalizar lo que sienten, lo que viven y cómo se relacionan con los demás. Pero creo que este aspecto lo tendremos que dejar para más adelante.

 

Un saludo

 

Dr. Sunyer

Los comentarios se refieren a las sesiones que he realizado con los profesionales que han acudido al curso que organizó la Diputación de Barcelona.