No sé la cara que pondría si fuese uno de vosotros y me encontrara con la carta de un profesor dirigiéndoseme en este primer día de clase. Creo que si no la primera idea, sí una de las primeras sería la de “ese es un pelota”, o “va de amable”, o “será una nueva táctica de márqueting o mercadeo”. Normal. De todas formas, penséis lo que penséis, hola.
Una vez dicho eso me gustaría empezar a decir algo más (por seguir a gusto con lo del mercadeo); pero reconozco que no me es fácil saber qué decir. Entre otras cosas porque en este mundo en el que la comunicación a estos niveles ha avanzado tanto no es difícil pensar que alguno de vosotros ya habrá indagado a través de la WEB quien soy yo y visitado mi página. Y en ese paseo se habrá topado con lo que aparece también en en el apartado de Curso de la Diputación de esta WEB haya leído otra carta similar. ¿Podría decir algo más?
Cuando repito una idea, un concepto, me encuentro ante una situación complicada. Por un lado esta idea sale con más facilidad, parece que ya conoce su camino y camina como caminan los burros cuando saben su senda. Y esto tiene, para quien escribe, un aspecto un tanto mortecino, aburrido, repetitivo, que no anima demasiado: por lo general el carro quedaba encajado en las roderas del camino que actuaban como los rieles del tranvía y salir de ellas es costoso. Pero por otro lado, el hecho de conocer el camino permite, a quien va en el carro tirado por esa idea disfrazada de burro, contemplar aspectos del paisaje que no vería si fuese pendiente del animal. Pero esto tiene su qué: si os indico estos aspectos novedosos para mí, os podéis desorientar ya que vuestra preocupación suele andar más por saber a dónde nos lleva el animal ese (con respeto para el burro y su conductor) que por saber las características del paisaje.
El curso pretende ayudaros un poco en eso que se viene en llamar “técnicas grupales”; sin embargo, urgidos por saber cómo se enyunta eso que se suele llamar “grupo” os podéis quedar un poco descentrados al constatar que no puedo explicaros eso. Sí sé que hago lo que puedo para conseguir que una serie de personas más o menos desconocidas entre sí, se pongan a trabajar en el tema. Entonces, si sólo puedo deciros eso, ¿a qué venimos? De nuevo otro problema: no sé a qué venís, sólo sé a qué vengo. Y vengo a dos cosas.
La más fundamental es que vengo a trabajar con vosotros. Participar en la formación de profesionales vinculados a las relaciones humanas es una de las diversas maneras que tengo de ganarme la vida. Desde relativamente pequeño me reconozco con esa llamémosle vocación de enseñar que a lo largo de la vida ha ido tomando diversas formas. Y esta es una de ellas. Me imagino que en ello han jugado un papel importante varias cosas como puede ser algunos de los muchos profesores que he tenido y que han sido capaces de transmitirme un oficio que he ido admirando. Y es que al final uno va descubriendo que lo que hace o deja de hacer está muy ligado a lo que desde bien joven uno fue adquiriendo casi sin darse cuenta.
La otra razón por la que estoy aquí es porque hay algo de placer cuando me ongo a pensar junto a varias personas. Favorecer que los que somos (creo que el grupo es muy numeroso, sobre los veinticinco) seamos capaces de pensar entre todos ya supone un placer para mí. Pero ¿pensar?, ¡si ya pienso en casa solo! Sí, pero no. En realidad nunca pensamos solos. Siempre pensamos a través de los demás. Estas líneas, por ejemplo, se escriben porque os tengo en mente. Y si no, tendría que inventaros para que eso que digo tuviese sentido. Pero pensar con los demás no es fácil. Un compañero reencontrado tras casi veinte años, me recordaba la idea de “pensamiento horizontal”. Pensar en horizontal no es lo mismo que pensar en vertical. Y generalmente pensamos en esta otra posición.
Cuando se piensa en vertical se busca tener la razón en algo. Matte Blanco propuso diferenciar dos formas de pensamiento, el pensamiento simétrico y el asimétrico. Este último es el que podríamos llamar racional y es el que impera constantemente entre nosotros. Fundamentalmente es el tipo de pensamiento que clasifica las cosas, que les otorga categoría de, por ejemplo, «mejor que o peor que», o «más interesante o valioso y menos interesante o valioso». Si nos fijamos un poco, la mayoría del tiempo lo empleamos en el uso de este modelo que, siendo útil, no lo es cuando queremos pensar, realmente pensar las cosas; y pensar con los demás. Y parece que cuando hay más de una persona con la que pensar, rápidamente se movilizan las fuerzas para determinar quién de los dos tiene más o menos razón. Pues bien, un grupo es en realidad y a la postre un espacio para pensar en horizontal. Y eso es muy difícil.
Durante estos cuatro días en los que nos vamos a encontrar, vamos a transitar por ese camino. Hablaremos del trabajo, de todos y cada uno de nosotros, de los pacientes, de las estructuras en las que trabajamos… y todo ello para ir pudiendo ser capaces de horizontalizarnos un pelín. Para ello distribuiremos el tiempo en tres, un primer momento para charlar entre nosotros, un segundo en el que hablaremos de situaciones que os preocupen, y un tercer tiempo en el que intentaré hacer alguna aportación teórica.
Después, en cuanto otros compromisos me lo permitan, escribiré algo que colgaré en esta misma web y que tendréis a vuestra disposición. Creo que con todo este esfuerzo conseguiremos algo entre todos.
Bienvenidos al curso.
Dr. Sunyer (19 de marzo de 2011)
Los comentarios se refieren a las sesiones que he realizado con los profesionales que han acudido al curso que organizó la Diputación de Barcelona.