128)¿QUÉ HAY DE DIFERENTE EN ESTE MOMENTO DE FINALIZACIÓN DE PROCESO TERAPÉUTICO?

128) Pero este repaso, por decirlo con tus palabras, en realidad se da a lo largo de todo el proceso, desde el primer día. ¿Qué hay de diferente en este momento de finalización del proceso terapéutico?

 

La diferencia estriba en la tonalidad desde la que se trabaja. Muy posiblemente el tono y la actitud con la que se veían y entendían las cosas en un inicio del tratamiento tendía a colocar las experiencias en un campo definido por las coordenadas de culpabilidad y sufrimiento. La fragmentación de partes del yo suponía que el sufrimiento se erigiese como indicativo de tal ruptura. Ruptura que en unos casos, aquellos que denominamos neuróticos, es más liviana mientras que en aquellos que están dentro del grupo psicótico son más pronunciadas. Ahora estas dos coordenadas han dado paso a una comprensión más dialéctica de las relaciones que se tienen con el entorno y consigo mismo, una visión en la que existe una construcción compartida tanto de la realidad personal como de la ajena. No se trataría de ver quien tiene o no la culpa de lo que me pasa ni de establecer una escala de grados de sufrimiento o de felicidad en la vida, sino en comprender la naturaleza interrelacional, y por lo tanto dialéctica, que existe entre lo que hago, lo que hacen y lo que hacemos y cómo todo esto incide y repercute en mí desde una visión global de mí mismo y del entorno en el que estoy.

 

La tendencia del ser humano a fragmentar para poder sobrevivir nos es innata. Como ya he señalado, Lola, esa fragmentación que nos llevaba a separar los aspectos constructivos de la experiencia de los destructivos, da paso a una integración paulatina de la experiencia vital. Pero no siempre esta integración es total: en unos casos quedan fragmentos separados y en otros, en los más graves, la fragmentación ocupa buena parte de la estructura psíquica. Y se corresponde con fragmentaciones que existen en el grupo familiar (y social) al que pertenecemos, que involuntariamente no han podido evitar el crecimiento armonioso de una relación constructiva con los demás y consigo mismo. En este sentido y teniendo en cuenta que a mayor ruptura, mayor dificultad, podríamos decir que las interdependencias vinculantes han contribuido involuntariamente a generar una serie de problemas que sólo pueden tratar de superarse a través de nuevas interdependencias vinculantes, en este caso dentro del contexto de un grupo Al existir el fallo, la individuación es parcial o incluso, inexistente. Como señala Ayerra (1996) refiriéndose al terreno social, es importante superar en este tiempo la fragmentación heredada del pasado realizando un esfuerzo en la integración armoniosa de los aspectos parciales que tanto individual como colectivamente son elevados a la categoría de absoluto y cuyas consecuencias son tan destructivas (:3), y vemos que algo similar sucede en las personas. Pasar de la dependencia total y absoluta que supone el estado previo al parto, al grado de independencia total que supone la muerte conlleva una gran cantidad de separaciones menores de las que la más evidente es el parto. Pero a partir de ahí deben irse dando y de forma más o menos paulatina, otras separaciones. Así de la fusión que existe entre la psicología del bebé y la de su madre vamos a tener que ir diferenciándonos al tiempo que nos vamos haciendo. Esa diferenciación supone un poder deslindar una infinidad de lazos con los que estamos vinculados no sólo a las personas significativas sino y a través también de ellas, al grupo social al que pertenecemos.

 

En estos momentos del grupo, en el que alguna o algunas personas sienten que están en condiciones de dejarlo, bien porque no le ven el sentido de seguir, bien porque no pueden prolongar su estancia o porque sencillamente sienten que han llegado a un momento en el que deben andar por su cuenta, se activan un sin fin de vivencias relacionadas con la experiencia grupal: desde las que se mueven en quienes se van hasta las que provienen de los que se quedan. Los comentarios sobre cómo se les ve, cómo han vivido la experiencia grupal, qué les ha representado, qué les ha supuesto la misma, van quedando en el recuerdo del grupo y en el de las personas que lo constituyen. Y pasan a formar parte de la matriz del grupo que irá nutriéndose de experiencias de todo tipo.

 

Señala Ayerra (2007) que todo proceso de separación y cambio necesita del agradecimiento, desde el resentimiento no hay proceso de individuación, sino acompañamientos internos persecutorios y relaciones perpetuadas en la agresión y en las interdependencias patógenas y de culpa (:4). En efecto, estos momentos no sólo son de agradecimiento, sino de valoración de lo que ha pasado, de las razones por las que uno se va, de lo que supone que alguien se vaya, tanto por parte de los miembros del grupo como por tu parte. La aparición de recuerdos y de situaciones que se han dado a lo largo del proceso grupal forman parte de tu tarea en esta fase final, señalando los procesos que has ido constatando, subrayando los progresos realizados, los diversos elementos en los que se percibe un avance o un cambio de actitud. Y la recopilación y constatación de todo esto debe realizarse en los últimos momentos, cuando uno ya tiene absolutamente claro que el paciente se va. Nuestro trabajo termina cuando se va por la puerta, no antes.

 

Esta fase, este período por el que transitamos suele estar caracterizado por una tonalidad afectiva particular que, en principio, está teñida de agradecimiento. De sincera gratitud a los miembros del grupo, a todos y a cada uno de ellos. De, incluso, una cierta disculpa si en algo no fueron capaces de ayudarse suficientemente. Y esto también te incluye, Lola. La gratitud, la aceptación de que posiblemente no en todo hemos sabido estar como a la altura, es una señal de salud y de buena finalización. Y cuando esto no se da, cuando alguien se va sin poder atravesar esa zona, no sólo deja mal sabor de boca en el resto del grupo, que se suele sentir dañado, sino que su salida del grupo, más allá de reproducir situaciones que le serán propias y con las que no pudo reconciliarse, le va a quedar como una herida más en su proceso vital. Pero hasta ahí podemos llegar. La libertad de cómo cada uno se separa de los suyos nos exige también ese respeto.

 

Ahí la función Verbalizante tiene como meta recoger los elementos que han ido constituyendo nuestra experiencia grupal sin excluir aquellos que también han supuesto sufrimiento, separación, y enfados. Y no hemos de olvidar los elementos creativos que han sido los posibilitadores de todo el proceso, que perduran a partir de este momento dentro de la matriz íntima y personal de cada uno, que se trasladan y trascienden a las relaciones de interdependencia que establecemos con el resto de los seres que nos rodean.