Un inicio raro

Bueno, empezamos. Nuevo curso, nuevas ilusiones y nervios; pero hoy iniciamos con mal pie. A uno que le gusta la organización y tener las cosas más o menos bajo control, va y se encuentra con que le han cambiado el aula (había llegado puntual, preparado las sillas…) y luego resulta que en copistería habían perdido el programa de la asignatura.

Si fuera otro, ante tal desbarajuste daría rienda suelta a mi imaginación, a los aspectos más primitivos de mi pensamiento, y pensaría que hay alguien que quiere fastidiarme. Que hay unos duendes que malbaratan mis esfuerzos. Que fuerzas ocultas están detrás de estos sucesos; seres que provienen de la tercera galaxia y que planean un ataque masivo a la sociedad. Que me han elegido como primer punto débil en la cadena de relaciones…. ¿veis? Por una cosa tan sencilla podríamos comenzar a elaborar un delirio que, en este caso tendría connotaciones paranoides.

Pero no.

Tiene que ver con los contratiempos de la desorganización de la estructura administrativa; y a quien se encarga de las fotocopias, le ha desbordado un poco la situación y nos ha tocado la china.

Ya venía con ciertos nervios. La novedad del grupo, el desconocimiento de cuántos seríamos, quienes íbamos a ser. Mi espalda me recordaba, nerviosa, que empezamos una nueva singladura. Sí, es una de mis zonas sensibles y en ella se escribe la tensión que nace, de inicio del curso.

Cada ser es una totalidad. Los procesos fisiológicos del individuo, sus diferentes manifestaciones somáticas, las alteraciones que notamos en nuestro cuerpo tienen su correlato psíquico porque formamos una unidad indisoluble. La separación cuerpo mente, psique y soma, no es más que una división clasificatoria. Siempre aluden a un mismo ser. No lo olvidéis: somos una unidad. Pero no acaba ahí la cosa. El individuo —de indivisus—, constituye un parámetro valorable a partir de estar separado de los demás por una membrana (la piel) que lo unifica. Esa concepción es relativamente nueva: arranca en el Renacimiento. La creencia, la convicción de que el individuo es el centro del universo choca con una realidad visible para quien quiera verla: somos parte de un tejido grupal cuya manifestación más evidente es la familia, pero que se constata en las diversas constelaciones de personas que nos agrupamos de manera muy diversas. Si pensamos desde esta óptica (que es la que os propongo), mis nervios de hoy no eran sólo míos: guardaban relación con la ansiedad que uno siente cuando entra a formar parte de un grupo nuevo, el grupo clase en este caso. ¿Cómo me vais a aceptar? ¿Cómo van a ser nuestras relaciones? ¿Cómo me calificaréis? ¿Seré capaz de hacerme entender? Seguramente si ahondáis un poco en vosotros descubriréis cosas semejantes.

Me gustaría que pensásemos nuestra experiencia lectiva como un sucedáneo de la experiencia profesional. Olvidaros de que es una asignatura formal. Pensemos en una experiencia propia entre nosotros a la sombra de unas ideas que constituyen lo que denominamos Orientación Psicológica.

Me gustaría que fuésemos capaces de estructurar una relación que nos posibilitase pensar en nuestros comportamientos, nuestras conductas, nuestros sentimientos, nuestros afectos, formando una globalidad con nuestra experiencia humana. Lo que hagamos, lo que sintamos, lo que nos vaya sucediendo no es ajeno a lo que ocurre en la calle, en nuestra sociedad. Creo que eso es lo que vais a tener que hacer a lo largo de todo vuestro desarrollo profesional: establecer un tipo de relación con los pacientes que les posibilite entender un poco más lo que les pasa en el contexto en el que se encuentran —por ejemplo, el familiar— y, a partir de ahí, ver qué pueden ir modificando para ser más felices. Ni más ni menos.

Y dicho todo esto pediros disculpas por los problemas «administrativos». Es difícil comprender que estamos en estructuras que a pesar de su tamaño no dejan de ser sostenidas por personas relacionadas entre sí. Y que también fallan. Y con este hecho, con la incertidumbre que caracteriza la vida toda del ser humano, vamos a tratar de tejer una prenda con la que estemos todos cómodos.

Bienvenidos a la asignatura.

Un abrazo.

 

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