El nombre

Hace días que estuve con vosotros y no recuerdo bien qué sucedió. Durante este lapsus de tiempo mis responsabilidades con el Máster de Psicoterapia analítica Grupal han ocupado mi mente hasta el mediodía de hoy, domingo. La sensación es que ha pasado mucho tiempo desde nuestro encuentro, y la sesión del jueves quedó dormida en mi memoria. ¿Qué sucedió? ¿De qué hablamos? ¿Qué cosas se dijeron? Seguro que vuestra memoria será mejor que la mía; aunque también es verdad que cada uno de nosotros vivió un grupo particular, un grupo diferente. Y todos el mismo.

Recuerdo que os propuse confeccionar la historia de X. Y cada grupo se ciñó de forma particular a la propuesta. Y los ritmos eran diferentes. Y las tramas de la historia de X (por cierto, no vendría mal que me conectara con Internet para saber qué historias se confeccionaron), también lo eran. De un mismo punto partieron historias diversas. Cada una de ellas se construyó con las aportaciones de influencias muy variadas. Y si volviéramos a rehacer las historias de X, seguro que serian diferentes. Ello es un ejemplo lógico y natural, me diréis; no hemos descubierto nada nuevo. No. Ni lo pretendía. Sólo deseaba que constataseis un hecho real: las historias tanto individuales como colectivas, siguen desarrollos muy variados. En ocasiones opuestos. Y si esto sucede con una historia sin importancia, ¿qué no sucederá con historias más complejas como la que corresponde al desarrollo de la Orientación Psicológica?

Lo mismo con los individuos y las organizaciones. Para mí, lo que ahí es importante es el hecho de conocer la historia. El desarrollo de una persona, de un grupo, de una organización viene condicionado por numerosos sucesos. Si los podemos ir conociendo, mejoraremos la comprensión del caso. Pero algo más: podremos comenzar a dar sentido a lo que vemos. ¿No hay una obra, de V. Frank, creo, que se titula algo así como «el hombre en busca de sentido»? Lo que entiendo ahí es algo así como que cada persona, cada grupo humano, cada organización, se constituye según un eje particular. Y ese eje es el que da sentido a esa historia, y marca una trayectoria. Y ello comienza, por ejemplo, con el nombre. Reflexionad sobre vuestro nombre. Pensad en su origen. Además, dejaros humedecer por las historias. Por ejemplo, cuando se habla de los nombre de los indios de América: «Toro sentado» «Águila real» … ¿por qué ponían estos nombres? Siempre estaban ligados a algo sucedido en momentos cercanos al nacimiento. Y no sólo los indios de América. En todos los pueblos de la tierra, el origen de los nombres que ponen o ponían a sus hijos estaba vinculado a hechos de la vida: y en torno a ello, ese hijo crecía de una manera y no de otra. En nuestra cultura igual, sólo que hemos ido desconectándonos de esos elementos más mágicos y tenemos otras vías de articulación con el inconsciente colectivo. ¿por qué, si no, si admiro a un cantante o a un personaje de la política o de la cultura, las personas ponen a sus hijos ese nombre?

Y a partir del nombre todo lo demás. Si por Orientación psicológica entiendo una cosa, el desarrollo que hago de ello parte de este punto. A partir de él, las influencias que voy recibiendo (objetivadas en vosotros cuando aportabais el fragmento de historia a X), van vistiendo, aderezando eso que llamo «Orientación Psicológica». De lo que deducimos que no hay una Orientación Psicológica, sino tantas como personas la realizan; y cada una de ellas la va articulando según las diversas influencias que recibe (y ha recibido a partir de su formación, cultura, nivel social, etc.) No digo que si estuviésemos cien años atrás, dado que el contexto cultural en el que nos moveríamos sería otro, posiblemente estaríamos más preocupados por ceñirnos a una forma que por definir nuestra forma particular. Son los tiempos que vivimos los que nos llevan a organizar nuestros conocimientos y formas de entender las cosas de forma particular. Ahora las ideas viajan más rápido, nos movemos en áreas muy diversas, y hemos comenzado a no creer en que la verdad la tenga nadie en particular. La vida tal y como en el siglo XXI la entendemos tiene más de desarrollos individuales y complejos, de aportaciones particulares que aquella en la que la verdad era más o menos única y todos se ceñían a aquellas ideas como las verdaderas. Eso tiene ventajas, pero también el inconveniente de que nos deja a todos ente la incertidumbre de quien realmente sólo sabe que sabe poco. Aprender a tolerar la incertidumbre es una asignatura que tenemos todos pendiente.

Tengo la sensación de que todos nosotros, como grupo, estamos entrando en una fase particular, posiblemente una fase en la que la incertidumbre se apodere de nosotros. Creo que incluso, con un cierto desencanto. El que nace de comprobar que las cosas no funcionan como uno desearía, sino que funcionan como funcionan. Que esto de la Orientación no sigue, aparentemente, un guión muy marcado, muy concreto. ¡Ojalá fuera así! Pero no. Nosotros, como grupo, como colectivo, tenemos un tipo de funcionamiento que nace y surge de una manera determinada. Y nos encontramos, creo, ante la tesitura de sacarle punta al lápiz, de sacarle más jugo a nuestros espacios. Ahora tenemos que empezar a hacerlo nuestro y no del profesor. A construir nuestro propio instrumento de Orientación para poderlo aplicar luego según cada cual. Esta es nuestra historia. Asumir la parte correspondiente de la misma es complicado.

Pero es nuestro reto. El vuestro y el mío.

Ánimo.

 

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