Dicotomías I

Dr. J.M. Sunyer

 

Bueno, no hay que dudar que el tema fue calentando el ambiente. Un grupo es como un cerebro: gran cantidad de neuronas interconectadas entre sí, produciendo pensamientos, sensaciones, y un sin fin de elementos que condicionan el funcionamiento general de la persona. Cada miembro del grupo, como cada grupo de neuronas, con su actividad o su aparente pasividad, aportan una determinada energía psíquica que condiciona la vida del grupo. Y el grupo, hoy, estaba vivo. Aparecían ideas, se contradecían unas con otras, había quien se posicionaba en un lugar, otros en otro.

 

El grupo es un organismo vivo. Cada persona defiende posiciones; en público o en privado. Había momentos, recordarán, que se oía un rumor de fondo, en otros la atención se centraba en lo que alguien decía. ¿Pueden pensar «en grupo»?

 

Alguien, con quien estaría en principio de acuerdo, comentó que el artículo le había sugerido algo que cada vez está más presente en las organizaciones: el trabajar en equipo. Pero ¿qué es trabajar en equipo? Porque no es lo mismo, un equipo de trabajo (que suele ser lo habitual) que trabajar en equipo. Creo que esto último se refiere a tratar de organizar un pensamiento complejo, en el que puedan convivir las diversas posiciones, las diversas experiencias, las múltiples formas de ver la realidad. Si fuésemos capaces de ello, habríamos conseguido acercarnos a ese trabajar en equipo.

 

Más tarde alguien comentó que no era fácil trabajar en grupo en la realidad. Eso es cierto, nadie ha dicho que sea fácil. Pero ahí se nos olvida algo: podemos sentirnos parte de un grupo, llamémosle «virtual», en el que varios profesionales, independientemente si trabajan en el mismo caso o no, establecen unas conexiones que les permite tener la sensación de estar trabajando en equipo. A este grupo más o menos virtual se le denomina «matriz profesional». Está formada por la red de profesionales que se organizan para poder elaborar un pensamiento compartido respecto a, por ejemplo, la actividad asistencial.

 

Y también podemos trabajar «en equipo» con el paciente (persona, grupo, organización…) Y esto quiere decir que podemos ver al otro como un grupo. Primero porque es miembro de un grupo familiar, de un grupo laboral, de un grupo social, etc. Es decir, todos somos, como poco, miembros de un grupo. Pero luego, como dijo una compañera, porque a su vez, cada paciente es otro grupo. Se insinuó el primer día. Alguien lo dijo. Nosotros, cada uno de nosotros, podemos ser conceptualizados como un gran grupo formado por subgrupos de ideas, de sentimientos, de mitos, de…

 

Si lo pensamos así, podemos entender las alteraciones como la expresión de las que se dan en el grupo interno, y, o también, las que se dan en el grupo externo. O entre ambos. Vernos y ver al otro como ser «individual» paraliza nuestra forma de ver las cosas. Somos uno y la vez, miembros de un grupo; o de varios.

 

Las dicotomías ¿qué representan? Quizás la expresión extremada de cada uno de los diversos grupos a los que pertenecemos y de los que estamos formados. Pero fíjense que las diversas polaridades se dan al mismo tiempo. Y como se dan, quizás lo debemos comenzar a pensar en cómo somos capaces de articularnos en esta permanente dicotomía.

 

Es como un problema de figura y fondo. Una no se da sin el otro. Y las dos se dan al mismo tiempo. Y la una está porque está la otra. Esto forma parte del pensamiento actual. Las tendencias dogmatizantes, si bien son tranquilizadoras, debilitan el pensamiento. En el terreno político sería el equivalente a la de los pueblos con «pensamiento único». Si una sociedad crece bajo la presión del pensamiento único, perece. La riqueza deriva de la posibilidad de intercambios. Y de cómo unos interfieren en los otros. Interfieren tanto si actúan claramente como si lo hacen quedamente. Sucede como en el desarrollo de la persona. Hay períodos del desarrollo individual en el que se es tendente al pensamiento único. Por ejemplo, en determinados momentos de la adolescencia. Pero posiblemente ello sea consecuencia del volcán interno que supone este período y que se manifiesta con una necesidad de ocupar sólo una postura en la vida: lo complejo, aleatorio, indefinido, genera mucha angustia porque nos ubica en un tener que pensar permanentemente las cosas.

 

Sitúense, ahora, ante un caso hipotético. Ante él, Uds. también representan un grupo, si bien visualmente no dejan de ser un individuo (de “indivisus”). Y con él, también forman un grupo, un tándem. ¿Cómo se relacionan los diversos subgrupos que están ahí presentes? Por ejemplo, ¿qué relaciones se establecen entre las concepciones políticas de estas dos personas? ¿Qué relaciones se establecen entre los afectos, los miedos, las esperanzas, las evaluaciones…? Todo esto configura un inmenso grupo grande si bien queda representado por dos personas: usted y el paciente. Y todo esto ¿Cómo se configura en relación los grupos externos a los que cada uno pertenece? Y aquí vuelven a aparecer las dicotomías de las que hemos hablado.

 

¿Cómo se articulan las diferentes polaridades que conforman la realidad en la que nos encontramos? ¿Cómo se posiciona cada uno de Uds. ante esta realidad en la que conviven permanentemente diversas opciones que establecen entre sí una relación dinámica?

 

En la sesión de hoy aparecieron también otras dicotomías que no constaban en el texto. Por ejemplo, interés por el paciente, interés personal; técnica o persona; y otras muchas. Y una de las dificultades que teníamos era la de establecer un pensamiento que nos posibilitase articular las diversas experiencias personales.

 

Además, otra cosa: ¿cabe la posibilidad de pensar que alguien va a actuar en contra del bien del paciente? En principio no me pasa por la cabeza tal posibilidad, a no ser que entre nosotros haya elementos psicopáticos… u otra posibilidad: que este pensamiento, la de que es posible actuar en contra del bien del otro, en realidad sea la expresión de un temor. Si así lo fuere, ¿cuál es el temor? ¿Será precisamente el de hacerle daño? Pero ese temor, ¿no será que de lo que tenemos miedo es del supuesto poder que creemos tener ante el otro? Creo que éste sí que es un tema importante. Mi supuesto poder a favor del otro o de mí mismo. Otra cuestión realmente importante.

 

Para el próximo día tenemos la entrada plena en la conceptualización de la Orientación Psicológica, alias Counselling. Al respecto, recordarles que tienen que localizar el libro de Dietrich. Aparece una compleja definición y sobre todo el intento de delimitar la diferencia entre la Orientación y la Psicoterapia. Ruego encarecidamente que lo busquen y lo lean con detenimiento.

 

Junto a este interesante texto, les he aportado dos textos en francés. Y, si bien ya sé la excusa que supone el «no lo entiendo», creo que deberían hacer un esfuerzo en comprenderlo. No sólo porque viene una buena relación histórica de la misma, sino porque, más allá de la definición, señala los tres elementos básicos que conforman la Orientación Psicológica: los aspectos filosóficos, los psicológicos y los sociológicos. Amén de otras consideraciones que creo de gran interés.

 

En este sentido me atrevería a señalar dos tradiciones muy opuestas: mientras que la tradición psicológica europea, a la que pertenecemos por cultura, historia, y muchos lazos más, surge del deseo de comprensión de los procesos internos del sujeto, de un esfuerzo por entender la etiología psíquica, tanto biológica como mental, de los fenómenos psíquicos, y del esfuerzo en aportar la forma de superar los problemas a partir de estas concepciones teóricas que se articulan con la clínica y el padecimiento, parece que la aportación americana.

 

Ahí que es donde surge la Orientación Psicológica, pone más el acento en la adaptación a la realidad exterior, incluso promoviendo la modificación del entorno, o la de medidas que faciliten esa adaptación. Esto es algo que me sorprende y me es difícil de comprender; lo que no quiere decir que uno se esfuerce por asimilarlo de alguna forma. Posiblemente ni en la cerrazón en la comprensión única de los procesos psicológicos, ni en la adaptación al o del entorno esté el punto de equilibrio.

 

Por otro lado, creo que es importante que puedan incorporar un pensamiento que vaya más allá del sujeto como «individuo», organizando una ecuación comprensiva que de forma dinámica, es decir, en permanente mutación, vaya ubicando los niveles individuales, familiares, grupales, sociales, institucionales, y mundiales, en un primer plano de forma sucesiva, aleatoria y cambiante. Sólo de esta forma, creo, podrán ir abarcando una visión más acorde con la filosofía actual.

 

Que el esfuerzo de las tres lecturas les sea provechoso.

 

Un saludo.

 

Articles a llegir

 

Tourette –Turgis, C. (1996). Introduction au counseling. En C.Tourette –Turgis. (1996). Le Counseling P.U.F. (no. 3133).

Tourette –Turgis, C. (1996). Foundements du counseling. En C. Tourette –Turgis. (1996). Le Counseling P.U.F. (no. 3133).

Dietrich, G. (1986). Counseling y psicología del counseling, en G. Dietrich (1986). Psicología General del Counseling. Herder. (Recomanat)

 

  1. S. Una idea que quizás deberíamos modificar: no es más científico el pensamiento de los físicos que el nuestro. Parece que estamos empañados en creernos menos científicos que el resto de los demás. Rotundo no. Conviene apartar este complejo de ser menos que otros.
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