7)VALE, Y ¿CUÁNDO EMPIEZA EL ESTUDIO DE LO GRUPAL?

7) Vale, y entonces, ¿cuándo empieza el estudio de lo grupal?

 

Aquí conviene hacer una diferenciación. Porque como recordarás, hay muchos tipos de grupos. Cuando hablas de “estudio de lo grupal” a qué te refieres, ¿a grupos grandes o a grupos pequeños? De hecho “lo grupal” parece que se refiere a grupos grandes, a masas, a la sociedad vista como grupo enorme, ¿no? El estudio de los grupos en el sentido terapéutico sólo se puede entender a partir del momento en el que existen.

Los primeros estudios tienen como objetivo describir qué sucede cuando muchas personas se juntan y eso nos sitúa a finales del siglo XVIII, con trabajo acerca de lo social y algunos de los comportamientos que se observan. Luego, ya aparecen autores de la mano de Freud quien, menciona a Le Bon casi más para contestarle que para complementarle. Pero te cuento.

 

Mira, Lola, es mucha pretensión considerar que antes acabar el siglo XIX nadie se ocupaba de ello. Si seguimos lo que nos dicen –por no entrar con estudios exhaustivos del tema –Anzieu, D, Martín, J. Y., (1971), ya había una aproximación a lo grupal anterior a los trabajos que se mencionan como iniciadores de ello, los de Le Bon, Sighele, Tarde y demás. Las aportaciones de Charles Fourier (1772-1837) con el mito del Falansterio son un estudio en sí mismo. En él podemos ver uno de los intentos utópicos de organizar la sociedad de forma perfecta, en la que los conflictos no se harían tan patentes, o no existirían, simplemente. Dicha teoría parte de la existencia de pasiones que deben ser satisfechas por unas tendencias determinadas. Son doce las que existirían. Cinco de ellas corresponden a los sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto); cuatro más se relacionan con el deseo de entablar lazos afectivos siendo la ley que los gobierna la de la atracción. Los clasifica en dos grupos, las de las dos tendencias mayores, Amistad y Ambición, y las dos tendencias menores, Amor y Parentesco. Y finalmente, tres tendencias que buscan el acuerdo y que son pasiones mecanizantes: la emulación, la variación o alternancia, y el esmero. Estas doce pasiones se combinan entre sí organizando 810 caracteres posibles matemáticamente. Como hay dos géneros, ello significa que la comunidad ideal estaría formada por 1620 personas (Anzieu, D.; Martín, J. Y., 1971:30-31); ahora bien, estas descripciones o intentos de tipo más mecanicista de organizar un grupo (en este caso una sociedad), y parecen considerar que los problemas surgen más de las características de las personas que se incluyen en un colectivo que de las relaciones que emergen entre ellas. Es decir, una clara idea de homo clausus.

En el mismo esfuerzo por estudiar el fenómeno grupal, González, P., (1997) señala que Auguste Comte (1798-1875), llamado padre de la sociología, aportó el concepto o la idea de que el hombre tiene una dimensión moral que está relacionada con los sentimientos y emociones derivados de su interacción social (:32), mencionando a dos autores más: a Herbert Spencer (1820-1903) quien propone una sociología fundamentada en la ideología liberal y tratando de buscar apoyo en la teoría de la evolución darvinista. [Y] que puede considerarse como el creador de la analogía sociedad-organismo (:33), y a Ferdinand Töennies (1855-1936) sociólogo alemán, [que] centra su preocupación e interés en conocer y especificar la relación entre el grupo y la sociedad (:33).
En épocas más cercanas y en Francia, el estudio de lo grupal como fenómeno y objeto de estudio vino alentado por Durkheim, fundador de la escuela sociológica francesa a finales del XIX, quien “define al grupo social como algo más que la suma de sus miembros (…) El grupo representa una totalidad, irreductible a sus partes” (González, P., 1997:33), con lo que se alinea con posicionamientos que cercanos a K. Lewin. Esta visión más holística del grupo permite a Durkheim desarrollar la “hipótesis de una conciencia colectiva y esboza el análisis de las funciones psicológicas del grupo (integración, regulación, idolátrica) (Anzieu, D.; Martín, J. Y., 1971:33-34).
Nos podríamos preguntar, Lola, ¿por qué ha costado tanto centrarnos en el grupo como objeto de estudio. Guillem, P., Loren, J. A.,(1985) indican que si bien es cierto que los hombres parece que han tardado bastante tiempo en descubrir o en convertir en objeto de estudio el grupo, en los últimos 40 años [su texto data de 1985] parece como si hubiese un deseo de recuperar los siglos perdidos de tal manera que hoy existe una moda… una mística… El conjunto de estos fenómenos fue recogido por Anzieu bajo el nombre de Ilusión Grupal. (1985: 15).

 

Sarte ha sido para Guillem y Loren, otro autor de referencia en este estudio y que considera a los grupos, en “crítica de la razón dialéctica”, (1960), no como algo inerte, sino como un proceso cambiante, como un constante devenir. Distingue lo colectivo (se define por un estado de ánimo de serialidad) de lo grupal (se constituye como un intento de luchar contra la serialidad, pero ésta está siempre ahí, como una amenaza, o como el otro polo dialéctico. Guillem, P., Loren, J. A. (1985: 17). La idea aquí de lucha, de tensión, emergería entre dos polos en el estudio de lo grupal: el que busca un uniformar a las personas que constituyen el grupo bajo una similitud y otro polo que trata de evadir el temor a ser engullidos por el grupo y potenciar la individualidad. Pero está, sobre todo, en el propio individuo que por un lado desea y necesita sentirse parte de un colectivo, de un grupo familiar más o menos extenso; y por otro le genera la suficiente ansiedad como para luchar por sentirse “libre” de tales ataduras. Es posible que parte de esta angustia venga reflejada en lo que hace relativamente poco Hopper definía como cuarto supuesto básico. Esta lucha es la que, en definitiva, determina el normal proceso de individualización cuya ruptura o distorsión igual es parte de lo que viene expresada mediante la psicopatología.
Quizás debamos a Freud el interés por Le Bon de quien habla en su trabajo sobre “Psicología de las masas y análisis del yo”, de 1921. Cierto que no de forma muy halagüeña que, en un principio, me hizo pensar en la probable rivalidad entre autores. De todas formas, Gustave Le Bon (1983) fue una persona tan interesante como controvertida. Según consta en la presentación de su texto realizada por Alain de Benoist (2014) era un “Hombre de ciencia, vivía en solitario en su apartamento-laboratorio, inventó en 1898 el primer reloj que se daba cuerda a sí mismo, gracias a las variaciones de la temperatura diurna. Poco después demostró la existencia de la radioactividad. Antes que Einstein, también demostró la falsedad del dogma de indestructibilidad de la matera, estableciendo que la materia y la energía no son más que una sola y la misma cosa bajo dos aspectos diferentes (La evolución de la materia).” Este último texto fue publicado en 1905, pero le precedió otro texto Las leyes psicológicas de la evolución de los pueblos (1894). En él, De Benoist señala que “Me fue evidente al espíritu que cada pueblo posee una constitución mental tan fija como sus caracteres anatómicos, de la que se derivan sus sentimientos, sus pensamientos, sus instituciones, sus creencias y su arte. Si estas ideas las ubicamos a finales del siglo XIX, nos podemos hacer cargo de algo de su pensamiento avanzado –independientemente del éxito ¿mediático? que pudo haber tenido. Ahora bien, Freud no lo aplaude demasiado y tampoco otros autores como Jiménez Burillo .

Si lees el trabajo de Muñoz, J. M. y Vázquez, F. (2002 ) verás que ellos tampoco son muy de aplaudirle, e incluso aluden a Allport para mencionar las dudas de la paternidad del famoso estudio. Y para ello recogen las citas de Jaap Van Ginneken (1985), que, a su vez, trae la del propio Sighele en el que le acusa de copia (alias plagio) no solo de sus ideas sino de partes enteras del primer capítulo así como otros fragmentos de la obra. ¿Y de qué obra estamos hablando?
Scipio Sighele fue un italiano que publicó en 1891 un texto “La folla delinqueante” (La masa delincuente) en el que aparecen una serie de rasgos que la caracterizarían y que son también recogidos por Le Bon:

a) La ley de la unidad o uniformidad (funciona al unísono, su comportamiento tiene una dirección común, funciona a partir de las emociones, se podría hablar de alma común o individuo compartido).
b) La ley de la no deducibilidad del carácter de la multitud a partir del de sus miembros (no es la suma de las partes sino algo impredecible, hay un incremento en la expresión emocional y disminución en la racional).
c) La ley del número (la intensidad de la emoción se incrementa proporcionalmente al número de personas que componen ese grupo).
d) La ley de la predisposición al mal (es raro que la multitud tienda al bien ya que por la teoría de la estratificación filogenética del carácter determinados acontecimientos tienden a aflorar manifestaciones primitivas del carácter, crueldad y salvajismo).
e) Ley del guía o instigador, en toda masa siempre hay un líder, conductor o instigador.
f) Ley de la composición de la multitud, la masa será violenta si en ella hay personas que tienen predisposiciones (pasionales) al crimen. (Muñoz y Vázquez, :8)

Este trabajo también fue mencionado por Freud quien también mencionó a G.Tarde. Pero siguiendo con la cronología, ahora nos toca introducir a Le Bon. Más allá de lo controvertida que fuese su figura, está claro que andaba preocupado por el tema de las masas. Señala en la introducción de su texto “El conocimiento de la psicología de las masas constituye el recurso del hombre de Estado que desee, no gobernarlas (pues ello se ha convertido hoy día en algo muy difícil), sino, al menos, no ser completamente gobernado por ellas”, lo que, a día de hoy da mucho que pensar. A partir de esta preocupación comienza a desarrollar su pensamiento en torno a por qué cuando se forma una masa aparecen una serie de fenómenos psicológicos que pasa a describir. ¿Qué describe? que “(…) desde el punto de vista psicológico, asume una significación totalmente distinta (es decir, no es lo mismo un grupo que una masa de persona) e indica que se genera un alma colectiva, indudablemente transitoria (…) forma un solo ser y está sometida a la ley de la unidad mental de las masas” (1983:27). Ahí vemos, Lola, una visión del grupo similar a un organismo, aspecto éste que ya apareció en una pregunta anterior. También nos habla de los efectos sobre el individuo: la “disolución de la personalidad consciente y la orientación de los sentimientos y pensamientos en un mismo sentido” (ibidem:27). También señala, al ver una gran aglomeración que “(…) el individuo integrado en la masa adquiere (…) un sentimiento de potencia invencible que le permite ceder a instintos que por sí sólo, habría frenado forzosamente (…)” (ibídem: 31). Estos aspectos subrayan una vivencia que, si la pensamos un poco, nos permite entender muchos de los fenómenos sociales que estamos presenciando (o viviendo) estos días.

Finalmente recoge dos características: el contagio mental (y) la sugestibilidad (ibídem: 31). Estos fenómenos que podremos explicar más adelante, describen muy bien los comportamientos humanos cuando –por las razones que sean –estamos en colectivos de masificación –organizada o no –y del poder que se adquiere no tanto por el anonimato (o quizás además de ello) cuanto por la pérdida del control de uno sobre sí mismo.

Lo que sí parece es que el estudio del comportamiento humano en situación colectiva es muy interesante y nos lleva directamente a la psicología de las sociedades. De todas formas, el énfasis que pone Le Bon al final de su texto parece animar más a los políticos que a los profesionales de la salud, llegando a ser, como señalan Behr, H., y Hearst, L (2005) un referente para Mussolini y Roosvelt (:18) Y de hecho, muchas de estas ideas se siguen utilizando en la política y en los procedimientos que los gobiernos y los políticos desarrollan para mantener a la población en determinados niveles de “atontamiento” o incluso con una utilización mediática de marcado interés político. Vayamos a G. Tarde (1843-1904). ¿Y quien era él? Pocos datos tengo. Sabemos que en 1898 publica en la “Revue de Paris” sus “Études de Psychologie Sociale” (Sbandi, 1977:17), aunque también tiene otras dosr, Les lois de l’imitation (1890) y (L’opinion et la foule, 1901). Siguiendo a Muñoz y Vázquez, dos son los conceptos que maneja. la imitación y la invención y que considera características del comportamiento social. La imitación es para Tarde “una especie de estado hipnótico que favorece que los individuos realicen conductas de modelos previos de forma bastante automática. La imitación es el procedimiento psicológico por el cual las ideas se repiten y propagan en la sociedad y comienza con estados internos como las creencias y los deseos de los individuos [en tanto que] La invención es todo aquel nuevo pensamiento o acción que surge de dos o más ideas combinadas adquiridas previamente a través de la imitación o de la oposición entre la imitación y las prácticas existentes” (Muñoz y Vázquez: 8). Si recogemos lo que nos dice González, G. Tarde que explica los fenómenos sociales por la interacción de los individuos (…) todos los fenómenos sociales son reducibles a la relación entre dos personas, una de las cuales ejerce influencia “mental” sobre la otra. Para Tarde, al contrario que para Durkheim, es lo individual, lo intra-mental, lo que, en última instancia, explica lo social y lo colectivo (González, 1997:34).

Hay otro autor, italiano también, P. Orano, quien en 1908, publicó un texto titulado Psicologia Sociale” (Sbandi, 1977:17), si bien la información que he recogido de él no parece que nos ayude mucho a profundizar –al menos en el espacio y tiempo que dispongo aquí –en la tarea de comprensión de los fenómenos grupales. Sus aportaciones vienen recogidas en el trabajo que presentó García J. (2015 )

Hay, finalmente en esta época otro autor que viene recogido por Freud, Mc Dougall, (1920), quien introduce la idea de organización indicando cinco “condiciones principales, necesarias para elevar el nivel de la vida psíquica de la multitud (…)

a) La primera condición – y la esencial – consiste en cierta medida de continuidad en la existencia de la masa (…)
b) en segundo lugar, es necesario que cada uno de los individuos de la masa se haya formado una determinada idea de la naturaleza, función, la actividad y las aspiraciones de la misma, idea que se derivará para él en una actitud afectiva con respecto a la totalidad de la masa.
c) En tercer lugar, es preciso que la masa se halle en relación con otras formaciones colectivas análogas, (…)
d) la cuarta condición es que la masa posea tradiciones, usos e instituciones propios, relativos sobre todo a las relaciones recíprocas de sus miembros.
e) Por último la quinta condición es que la multitud posea una organización que se manifieste en la especialización y diferenciación de las actividades de cada uno de sus miembros” (Freud. 1921: 2574).

Estos trabajos le servirán a Freud introducirnos en parte de la hipótesis del comportamiento grupal: La identificación con el líder y la atenuación, en consecuencia, de las tensiones entre iguales. En efecto, Freud rechaza en este texto del 1921 la idea de sugestión e incluso de alma colectiva. Inicia el artículo señalando que En la vida anímica individual, aparece integrado siempre, efectivamente, «el otro», como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio, psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado. A partir de ahí una serie de consideraciones previas acerca de la psicología social. Dice al hablar de psicología social o colectiva, se acostumbra a prescindir de estas relaciones, tomando solamente como objeto de la investigación la influencia simultánea ejercida sobre el individuo por un gran número de personas a las que le unen ciertos lazos, pero que fuera de esto, pueden serle ajenas desde otros muchos puntos de vista. Eso le asombra a Freud que añade, “Roto, así, un lazo natural, resultó ya fácil considerar los fenómenos surgidos en las circunstancias particulares antes señaladas, como manifestaciones de un instinto especial irreductible, del instinto social -herd instinct, group mind-, que no surge al exterior en otras situaciones”. A partir de ahí –y no me voy a extender ahora –Freud va desgranando diversas aproximaciones al tema, planteando la identificación como uno de los mecanismos centrales en la constitución de los grupos y masas.