63)HAY OTROS NOMBRES COMO YALOM, ¿QUÉ ME PUEDES DECIR DE ÉL?

63) Hay otros nombres que también tengo en la cabeza porque algo he oído de ellos. Uno es Yalom que creo que pone el acento en la relación interpersonal. ¿Qué me puedes decir de él?

 

Es cierto que la idea de relación interpersonal es algo que me atrae y de la que cada vez puedo prescindir menos. Pero no lo veo tanto como un planteamiento teórico sino como una toma de postura que debería estar presente en nuestra relación profesional. En el terreno de las clasificaciones, Rutan y Stone (2001), la incluyen asignándole como su representante a I. Yalom. Le conocemos, básicamente, por la descripción de los llamados “factores terapéuticos”, que no siendo un tema exclusivo suyo, ya que, como ya sabes, otros autores han hablado de ello, sí que en esos momentos se le adscribe a él. Yalom ha tenido el mérito como de popularizarlas así como el de corraborarlas tras un notable esfuerzo investigador.

 

Irvin D. Yalom, nace en Washingtong en 1931, cursa Psiquiatría y se acerca a la Terapia Existencial. Ha publicado numerosos libros, pero los que más se centran en este trabajo son los relativos a la psicoterapia de grupo.

 

Se propuso publicar un texto de psicoterapia de grupo, el que aparece en nuestro idioma en 1986 que pudiera tener relevancia para todas las psicoterapias de grupo para lo que intenté introducir orden separando el frente (lo accesorio, las formas, las técnicas…) del núcleo. (1986:15), es decir, como si separara los síntomas (que no dejan de ser elementos accesorios del individuo) de las razones que los alimentan (el núcleo). Y se pregunta sobre qué aspectos son considerados por los pacientes como “curativos” o al menos que les han ayudado. Así emprende una notable investigación, de la que emergen e identifica diez mecanismos a los que denomina “factores curativos”, muchos de los cuales ya habían sido mencionados por otros autores y de los que te he rendido cuenta. Estos factores son para Yalom, agentes primarios del cambio, y actúan independientemente de las características técnicas que cada profesional desarrolle. Este texto supone la explicación de estos diez mecanismos.

 

El trabajo de Yalom bebe de los de Harry Stack Sullivan quien definió la psiquiatría como el campo de las relaciones interpersonales (Yalom, 1996:201). Al parecer tomó contacto con la terapia grupal cuando era residente de la Universidad Johns Hopkins, observando los grupos que realizaba J. Frank (1996:201). La propuesta de Sullivan era que los problemas de los pacientes son, en gran medida, resultado de conductas y creencias interpersonales desadaptativas. Estas creencias desadaptativas se deben a distorsiones paratáxicas[1], y las conductas son consecuencia lógica de dichas creencias (1996:202). En efecto, en la introducción del trabajo de Sullivan (1974), podemos leer que la psiquiatría de las relaciones interpersonales (…) descansa en las proposiciones de que 1) gran parte del desorden mental es el resultado de la comunicación inadecuada y es perpetuado por ella, al verse obstaculizados por la ansiedad los procesos comunicativos, y 2) cada persona, en cualquier relación con otra, está comprometida como una porción de un campo interpersonal, más que como entidad separada, en procesos que afectan y son afectados por el campo (1974:14). Pero fíjate que Yalom no se plantea qué es lo que hace que determinadas percepciones queden alteradas o por qué aparecen unas conductas y no otras. Aparentemente es como si sólo nos quedásemos en la superficie del sufrimiento humano.

 

Para Yalom, el “aprendizaje interpersonal” junto al de la “cohesión del grupo” son los elementos más importantes. En gran medida se sostiene en Sullivan para afirmar que lo básico son las relaciones interpersonales y recoge sus palabras para recordarnos que el proceso de cura es la expansión del yo para lograr el efecto final de que el paciente como se conoce a sí mismo sea en gran parte la misma persona que el paciente que actúa ante los otros (Yalom, 1986:38). El concepto de aprendizaje interpersonal incluye la “importancia de las relaciones interpersonales”, de la que ya te he comentado algo. Me refiero a la “experiencia emocional correctiva” que es un término introducido por Franc Alexander en 1946, y que supone no sólo los aspectos de la introspección sino los de la propia vivencia emocional asociada a lo que explica,  y la visión del “grupo como un microcosmos social”, que es una forma de subrayar la importancia que tiene el favorecer y posibilitar que los miembros del grupo se comporten entre ellos de la misma forma que lo hacen en la vida cotidiana. Yalom pone más el acento en los elementos prácticos o pragmáticos que en las explicaciones internas, psíquicas, del actuar humano, colocándose en lo que, para mí, más cerca de una terapia que de una psicoterapia.

 

Te decía, que el segundo elemento de valor era la “Cohesión del grupo”, definida como el resultado de todas las fuerzas que actúan en todos los miembros para permanecer en el grupo (1986:63). Este aspecto, que como indica la propia cohesión no es per se el factor curativo sino una condición previa necesaria para la eficacia de la terapia (Ibid:63), es el resultado del trabajo que realizan los miembros del grupo a partir del desarrollo de la capacidad de aceptación del otro y, por lo tanto, del aumento de la autoestima. Sin embargo, esta condición necesaria puede ser antigrupal o resistencial ante el cambio necesario. Y es que Yalom es complejo.

 

En 1996, Sofia Vinogrodof en compañía de Yalom, publican otro texto en el que definen la psicoterapia de grupo como la aplicación de técnicas psicoterapeúticas a un grupo de pacientes (…) y en donde tanto la interacción paciente-paciente como la interacción paciente-terapeuta se utilizan para efectuar cambios en la conducta inadaptada de cada uno de los miembros del grupo. (1996:15) Este texto fue escrito pensando en todo tipo de pacientes, tanto internos como externos, con sintomatología psiquiátrica o sin ella. A lo largo de sus páginas uno va descubriendo la importancia que sus autores dan al “aquí y ahora”, así como a la utilización de técnicas de activación que faciliten la aparición de los factores terapéuticos mencionados en el libro anterior.

 

Lo mismo sucede en otro libro de Yalom (2000), cuya primera parte es un interesante repaso de los Factores terapéuticos y de la insistencia en el trabajo que se realiza en el aquí y ahora grupal. En la segunda parte, se nos abre una ventana a lo que denomina “Psicoterapia existencial”, definida como una aproximación dinámica a la terapia que se centra en las preocupaciones que están enraizadas en la existencia del individuo (2000:193). A partir de ahí desarrolla una “psicoterapia dinámica”, en la que el calificativo alude a la contribución de Freud en la que la comprensión del ser humano es un modelo dinámico de funcionamiento mental, un modelo en el que plantea que existen fuerzas en conflicto dentro del individuo y que el pensamiento, la emoción y la conducta, tanto adaptativa como psicopatológicamente, son el resultado de estas fuerzas en conflicto (2000:195). Lo que sucede es que, cuando Yalom se pregunta sobre el contenido de esa lucha interna, aparece un distanciamiento de la propuesta psicoanalítica: Es en esta confluencia en la que la terapia existencial dinámica se separa de la compañía de las otras terapias dinámicas. La terapia existencial está basada en una visión radicalmente diferente de las fuerzas, motivos y temores específicos que interactúa en el individuo (ibid.:195). A partir de este punto, bucea sobre lo que denomina cuatro preocupaciones supremas: muerte, libertad, soledad y sin sentido (ibid.:196). En las siguientes páginas, Yalom se centra, básicamente en la primera de esas preocupaciones. Y subrayo esto porque coincido en este punto con él: creo que la gran dificultad del hombre en aceptar la muerte anida en muchos de los conflictos, al menos, neuróticos. Pero esta coincidencia creo que va más allá de una dificultad en aceptarla sin más y que tiene mucho que ver con los impulsos agresivos y el dolor ante cualquier separación cuando hay cosas pendientes, sin elaborar, con las personas significativas. Ahora bien, todas estas opiniones personales no le restan valor al esfuerzo realizado. Ni tampoco a su faceta literaria por lo que te recomiendo que leas las novelas que ha publicado. En muchas de ellas se percibe con claridad meridiana la actitud del profesional ante el sufrimiento del otro[2] pudiéndose entender los sufrimientos del profesional ante las angustias del paciente: el elemento contratransferido está muy presente, aunque no teorizado.

 

[1] Se refiere a la proclividad del sujeto a distorsionar su percepción del otro

[2] Yalom. Y, (2004), Un año con Schopenhauer, Emecé Editoriales. S.A.; Yalom. Y, El día que Nietzche lloró.