El lugar que ocupamos
Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos y hasta hoy no he podido o sabido encontrar un rato para cumplir con mi compromiso para con vosotros. Y no es que me haya olvidado pero curiosamente siempre había algo más urgente a lo que debía atender. Mentalmente organizaba algo del material del último día, pero afectivamente no encontraba el momento de plasmarlo en papel.
Sucedió algo ese viernes que me impactó soberanamente. Fue durante el primer espacio, el experiencial. Recuerdo que sea por no estar habituado al lugar, sea por la resonancia del aula, la reverberación del sonido, sea por lo que sea, no era capaz de entender de qué estábamos hablando. Mi sufrimiento en aquellos momentos era elevado porque debía entender y al tiempo me era imposible. Así que os lo comuniqué. Y paradójicamente a partir de aquel momento comencé a entender bastante más. Había desaparecido la reverberación del sonido, ya no resonaban vuestras voces y podía entender lo que decíais.
Recuerdo que se conectó con el viernes de julio y lo que ahí había aparecido y entonces pude entender el lugar que ocupáis en todo esta maraña. Pero es un lugar complicado porque seguramente, como bien decíais, deberíamos ser capaces de explicar lo que hacemos. Y ahí está el quid de la cuestión. Y posiblemente no podemos explicarlo porque no está suficientemente claro. Esto incide en vuestro trabajo bastante más de lo que pensamos. E incide en las personas que podrían acudir ya que tampoco lo tienen claro. Y en esta definición del lugar que ocupáis creo que hay varias cosas que entran en conflicto.
Una determinada ideología política
Es evidente que todos tenemos una ideología que colorea nuestra función profesional. La tenemos política, religiosa, social, económica, filosófica… este no es el problema. Posiblemente la cuestión estriba en cómo se realiza una actividad profesional sin que tenga la carga de la ideología detrás. Porque nadie discute la necesidad de construir un hospital, o un hogar para ancianos. Pero si su construcción y desarrollo viene excesivamente impregnado de los aspectos ideológicos o económicos podemos tener un problema. Porque un hospital es un lugar para atender a personas que precisan de esta atención y si mi interés es económico, fundamentalmente, estaré más presto a su bolsillo que a su persona. Y esto es extendible a otros terrenos.
Dificultades de delimitación de tareas
Todo grupo debe poder diferenciarse de los otros grupos. Cierto que esa diferenciación no debería ser rígida ya que ello ahogaría el proyecto, pero tampoco tan laxa que no posibilite la diferenciación de tareas y objetivos. Esto conlleva poder diferenciar lo que se realiza en las guarderías o llars d’infants de lo que se realiza en el parvulario. Pero incluso esta diferenciación debería poderse realizar por la manera cómo alguien va a un sitio y no al otro. Igual se requiere que quien aconseje ir a un sitio o a otro sea otro profesional (médico de familia, por ejemplo), de forma que la elección no provenga de las necesidades vistas desde la propia familia cuanto valoradas por un profesional. Esto profesionaliza la tarea y le da apoyo, delimita las funciones y sobre todo la aparta de las veleidades político administrativas.
Las competencias administrativas
Este es otro caballo de batalla. En tanto que los diversos estamentos no tengan claro qué es lo que debe hacer cada quién y qué es lo que no debe hacer, el caos se instala en un lugar en el que, precisamente, el niño nada tiene que hacer. Emergió este tema en la dramatización que realizamos. Era evidente cómo cada uno de los profesionales se instalaba en una posición que dificultaba el desarrollo de las tareas. E incluso quedaba desdibujado él mismo.
Las vivencias persecutorias
Entiendo que es uno de los grandes problemas de los humanos. Con facilidad acabamos considerando que el otro es un posible enemigo más que un colaborador. Un alguien que viene a robar más que a compartir. La forma cómo cada uno ve al otro define la manera cómo trabajamos. La complementariedad está en el entorno social. Las ideas de uno siempre complementan las del otro. Pero esto supone poder escucharle desde otra posición. Conlleva poder entender que somos miembros de un mismo colectivo si bien cada uno se encuentra en lugares y con experiencias muy diversas. Entender esa complementariedad es la mejor manera para crear algo que pueda compartirse.
Las ideas sobrevaloradas. Uno de los factores que dificultan más la comunicación entre personas es la presencia y utilización de ideas y conceptos que adquieren un valor positivo de forma circunstancial y de acorde con vaivenes y modas temporales. En este sentido no es difícil que ideas como “la mujer debe trabajar”, “el hombre es machista”, “los niños deben estar en las guarderías”, “la educación debe ser mixta” y otras muchas similares se cuelen en nuestros discursos de forma que puedan acabar siendo una repetición de eslóganes más que pensamientos que nos pueden ayudar a reflexionar. Esta sobrevaloración de muchas de nuestras ideas puede impedir la reflexión sobre las mismas en tanto que actúan como prejuicios que poco tienen que ver con la vida cotidiana.
Todos estos aspectos y seguramente muchos otros más parecen centrales en la construcción de la identidad del grupo, bien porque lo facilitan o lo impiden. La identidad, esa sensación de permanecer siendo los mismos a pesar de que estamos en cambio y fluctuación constante, es una idea que puede servirnos para construir pero también para destruir. Y en este sentido muchos grupos parecen activar determinadas ideas o eslóganes como forma de conseguir el aglutinamiento de quienes pertenecen a ellos. Pero este fenómeno suele articularse también a la contra de los que no se adhieren a ese grupo, lo que nos lleva a enfrentamientos absurdos y hasta peligrosos.
Por esta razón parte del tiempo se dedicó a cómo explicamos lo que hacemos que es una versión ligera de ¿qué identidad tenemos? Pero algo debió cambiar para que tras tanto tiempo pudiera comprender vuestra propia identidad. Y esto es un paso muy importante.
Retomando mis vivencias
Mirad, no deberíamos hacer oídos sordos a nuestro cuerpo o a nuestros estados mentales. Cierto que podemos pensar que es producto de nuestras dificultades, de nuestra edad, de nuestras propias historias; pero lo cierto es que suelen estar muy relacionadas con lo que nos pasa con el entorno y lo que sucede en él. Recordad que al inicio de este escrito me encontraba totalmente confuso, y que fue la comunicación de tal estado lo que facilitó que desapareciera. ¿Qué estaría sucediendo? Muy posiblemente dado que estamos en este primer curso del máster, y con un tema en el que entre vosotros y yo hay una distancia ya que vosotros sabéis de qué va y yo no, muy posiblemente me encontré con la barrera. La barrera que define vuestro grupo y al que yo soy un extraño. Pero la “denuncia” surtió efecto, y ahí se abrió la barrera. O desapareció. Y pudimos comenzar a hablar, a abordar un montón de cosas que nos pasan, que nos suceden en torno al proyecto de Espais Familiars, a su definición y delimitación, a los problemas con los que os encontráis… y el hablarlo, aclaró las cosas. Y yo salí de la confusión.
Esto es un fenómeno grupal que sucede y del que hay que estar atento.
Muchas gracias
Dr. Sunyer (25 de octubre de 2011)
Texto sujeto a los derechos de autor. Y forman parte del material teórico.